LA MEMORIA DE LA MASACRE
El 29 de septiembre de 2016 las Farc ofrendaron un Cristo Negro como símbolo de reparación colectiva por la masacre ocurrida el 2 de mayo de 2002. La escultura fue elaborada por el maestro Enrique
Angulo, un reconocido escultor cubano. Hoy ese Cristo está en la Iglesia de La Loma (Bojayá) tapado con un telón azul que demuestra que los habitantes no quieren tenerlo ahí. Entregar ese símbolo fue una decisión autónoma de las Farc, que nunca fue consultada con las víctimas. “La comunidad tiene sus propios Santos y no puede imponérseles la adoración de otros por el simple hecho de que a las Farc se les ocurrió llevarlos”, dice Leyner Palacio, una de las víctimas de la masacre. Piensan que cuando esté listo el lugar de memoria en el antiguo Bojayá lo pondrán en donde funcionaba el Banco Agrario, lugar de la primera toma guerrillera en ese municipio. Mientras tanto gestionan con varias entidades del Estado, con ONG y con cooperación internacional para volver el Bojayá viejo, en el que explotó el cilindro bomba, un lugar de memoria colectiva. Palacio cuenta que quieren realizar un sendero ecológico que conecte el municipio que habitan (Bellavista) con el que dejaron, allí sembrarán árboles maderables que se están extinguiendo y les pondrán los nombres de las personas que perdieron. También están recuperando la Iglesia, ya la impermeabilizaron porque la humedad se la estaba comiendo, y la están pintando, quieren que sea un lugar en el que puedan ir a encender una vela para recordar a sus muertos. “Queremos que ese pueblo no quede en el olvido, sino que esté ahí como recuerdo permanente de lo que sufrimos y alentándonos a la esperanza de vivir mejor en honor a todo lo que perdimos por culpa del conflicto”, concluye Palacio.