LA REIVINDICACIÓN DE TERRITORIO EMBERA
Por el territorio ancestral de las comunidades indígenas ribereñas también pasó el conflicto armado, y para ellos fue más difícil, la mayoría resistieron al desplazamiento y se confinaron en sus resguardos, pasaron hambre y angustias solos. Hoy cuentan su memoria en su idioma, por medio de sus rituales ancestrales. Guillermina
Bailarin Cuñapa, una indígena embera trabajadora social, les ayuda a expresar sus miedos, el principal de ellos es la desconfianza, “con el conflicto la ruptura fue tal que ahora desconfían de todo y de todos”. Para ello realizan talleres experienciales en los que identifican las falencias y las trabajan en grupos para afianzarse como un equipo, como lo que eran antes de los años de guerra. Una de las actividades fue el círculo de la conflianza, donde apoyadas en sus propios cuerpos las mujeres debían soportar el peso de sus compañeras, o actividades como “los rótulos”, donde cada una representa un personaje, un estereotipo que de alguna manera la incluye o la excluye (sacerdote, guerrillero, paramilitar, soldado). Además, 120 familias indígenas recibieron ayuda para sembrar cacao, ya que era el cultivo que tenían tradicionalmente y va acorde con las condiciones climáticas. Usualmente las comunidades embera cultivaban para el autosostenimiento, las mujeres sembraban y los hombres cazaban, por eso tenían un poco de diversos cultivos, pero en próximos días sembrarán 148.000 plántulas de cacao, que 30 afros están preparando en un vivero, “de alguna manera esto está ayudando a que se sanen las heridas de la guerra, las comunidades indígenas se internaron y se abstrajeron, por miedo de lo que ocurría a su alrededor, pero ahora trabajan juntos, lo que es un gran logro”, señala
Niza Uribe, profesional de ACDI/VOCA.