LA MÚSICA COMO VEHÍCULO DE LA MEMORIA
En Chocó son bien conocidos los cantos de las alabaoras, las mismas que cantaron frente al mundo durante la firma del Acuerdo de Paz, que dedican horas y horas a preparar cantos fúnebres y a través de ellos recrean la memoria de lo que les dejó el conflicto armado; también se han escuchado los vallenatos de
Domingo Chalá, quien por medio de sus composiciones recuerda las horas de horror que vivieron, por ejemplo durante la masacre de Bojayá; pero una nueva generación de intérpretes quiere cantar su memoria (ver Textualmente). Se trata de 200 jóvenes entre los 14 y los 28 años, pertenecientes a cuatro barrios del norte de Quibdó, la mayoría procedentes de zonas rurales de las que fueron desplazados con sus familias y llegaron a esa capital con ganas de volver a su tierra, y que hoy se ven inmersos en un ambiente conflictivo, tanto que no pueden pasar de un barrio a otro a causa de las fronteras invisibles. Así es como agrupados en Asinch (la Asociación para las Investigaciones Culturales de Chocó) han logrado expresar a través de la música, la interpretación, la danza y el baile urbano las añoranzas de la tierra que el conflicto les quitó a través de los programas “Vení cantá” y “Cantando mi historia”. Las actividades se realizan los martes, jueves y sábado para, de alguna manera, quitar a la juventud de las garras de los grupos armados ilegales, expresa
Alexánder Mena Moreno, uno de los líderes del programa.