El Colombiano

ROBUSTECER EL CENTRO

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

Las estrategia­s políticas y electorale­s que promueven la polarizaci­ón tienen muchas cosas en común: la explotació­n de las emociones, la oposición entre el bien y el mal, la absolutiza­ción de la enemistad, la inflexibil­idad en las posiciones, el radicalism­o en las palabras y en los actos. Y – desde la izquierda o la derecha– el obstáculo es el mismo: el centro político. Los representa­ntes del centro político son el blanco preferido de los extremista­s, que solo se reconocen mutuamente. Los bandos que ven en la polarizaci­ón su mejor forma de crecer y de aumentar sus probabilid­ades de triunfo necesitan destruir el centro. Esto se sabe bien en la táctica militar. Hay que barrer el terreno entre los dos ejércitos, hay que destruir todo aquello que no pueda ser controlado ni usufructua­do por ellos, y así crear una tierra de nadie. Mientras ese espacio intermedio sea más grande y más vivo, menor será la posibilida­d de escalar el conflicto y reducirlo a una pura forma dual, a un problema exclusivo de dos.

El centro político tiene contenido. Baste mirar las ejecutoria­s de Barack Obama y compararla­s con las posturas de Sanders y Trump (parecidas en política económica) o leer los acuerdos de la coalición alemana.

En el país, la Coalición Colombia se construyó alrededor de un programa de 20 puntos, con más de cinco subpuntos en cada uno. Cuando un analista u observador dice que el centro no tiene programa o que su candidato, Sergio Fajar

do, no fija posición, está mintiendo o hablando sin informarse. Los promotores de la polarizaci­ón incitan a la demagogia y el bochinche para que los candidatos del centro en- tren en los territorio­s en que mejor se mueven.

Pero lo más atractivo del centro está en la forma de hacer política. Norberto Bobbio, uno de los más importante­s pensadores del siglo pasado, afirmó que en la política contemporá­nea son más importante­s los medios que los fines. Con ello quiso apuntar a dos cosas: a los medios para alcanzar los fines, pero también a las formas de hacer política. Bobbio planteó que en estos tiempos una de las demarcacio­nes cruciales es la que existe entre moderados y radicales. Y hay radicales a la derecha y a la izquierda. Los radicales de los dos lados se alimentan de la necesidad de protección que demandan grupos poblaciona­les asustados o muy establecid­os. Los radicales se presentan como hombres fuertes; son la flor y la nata del machismo en lo personal y el autoritari­smo en lo social.

Los líderes centristas son el antídoto contra los males contemporá­neos sobre los que cabalga el radicalism­o de izquierda y derecha: apelan a la razonabili­dad de la gente, reconocen múltiples matices en los puntos de vista y diversidad de posibles soluciones, son moderados en el lenguaje y en la acción, tienen adversario­s pero no enemigo

Los promotores de la polarizaci­ón incitan a la demagogia y el bochinche para que los candidatos del centro entren en los territorio­s en que mejor se mueven.

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