LA CRUZ DE JESUCRISTO
Procede de una palabra griega que significa martirio. En ella mataban a los esclavos y a los no romanos acusados de revolucionarios o traición política. Si bien la Iglesia no confirma su hallazgo, hay informaciones que han hecho carrera. Una dice que en el año 326, la emperatriz Helena de Constantinopla, mamá de
Constantino I el Grande, hizo demoler el templo de Venus, en el monte Calvario, en Jerusalén, y excavar allí hasta que le llegaron noticias de que habían hallado las tres cruces: la de Jesucristo y las de los ladrones que, según los Evangelios, mataron junto a él. Como no podían saber cuál era la del Hijo de Dios, Helena, que después fue santa, hizo traer a un enfermo y lo puso en contacto con una, tal vez la de Gestas, y empeoró; luego, con otra, quizá la de Dimas, y su salud volvió a la situación de cuando llegó; después, con la tercera, se alivió. Ella hizo construir un santuario y celebrar fiestas en mayo. Se cree que una astilla auténtica de la cruz de Jesucristo está en el templo de la Santa Cruz de Jerusalén, en Roma. El 2 de agosto de 2013 se conoció que un grupo de arqueólogos creían haber encontrado un fragmento, en excavaciones en una antigua iglesia en Turquía. La reliquia fue descubierta dentro de un cofre de piedra desenterrado en las ruinas de la iglesia de Balatlar del siglo VII, en Sinop, a la orilla del mar Negro.