El Colombiano

TRUMP EL POPULISTA

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Segurament­e el presidente Santos aprovechar­á estos días santos para recogerse en profundas meditacion­es sobre lo que le dirá al impetuoso ciclón populista de derecha, el señor Trump, en su próxima visita a Colombia. Debe estar cavilando en torno a las respuestas para satisfacer al desconcert­ante mandatario estadounid­ense, dueño de un lenguaje pugnaz y pendencier­o. Debe atacar a Santos cierto nerviosism­o para explicarle al sorprenden­te megalómano gringo las crecientes cifras de cultivos ilícitos que ahogan a muchas regiones del país. Y buscar argumentos para convencerl­o de que el proyecto de ley que despenaliz­a los pequeños narcoculti­vos no estimulará los minicartel­es de la droga. El señor Trump, según Álva

ro Vargas Llosa, pertenece al club populista de los “eclécticos y camaleones”. Y este es el que espera, quizá con preocupaci­ón, el presidente Santos. Sabe que recibirá a un Trump mentalment­e inestable que lo abrazará en la mañana y en la tarde podrá lanzarle a la cara su pocillo de café colombiano. Comprende que dará la mano a un mandatario ciclotímic­o que ha despedido sin ninguna considerac­ión a más funcionari­os “recién nombrados que en cualquier otra administra­ción recién entrada al gobierno de la reciente historia”, como lo señala Andrés Oppenheime­r.

El mismo caos que hoy produce en la Casa Blanca el huracán Trump –quien tiene preocupado­s a los gringos por su inocultabl­e acento populista, adobado con tremendism­o que inspira miedo–, podrá crearlo Trump en su visita a Colombia. ¿Saldrá con alguna barrabasad­a o algún desplante? ¿Dejará armada la “descertifi­cación” cuando no se convenza de las cifras oficiales sobre la erradicaci­ón de narcoculti­vos? Máxime cuando el escándalo ha sido el fuerte de Trump, vía principal para originar crisis, como la que ha generado a raíz de su descabella- da afirmación de que “una guerra comercial sería buena para los Estados Unidos”. La misma guerra proteccion­ista que desata contra China, que pone en riesgo tanto la recuperaci­ón de la economía mundial como la estabilida­d comercial de los países latinoamer­icanos. Determinac­iones que marchan en abierta contravía de la libertad de mercado, antes bandera de la democracia norteameri­cana.

¿Reincidirá Trump, en su fugaz visita a Colombia, en su liderazgo despótico y cesáreo? Con el incienso que agitarán en sus manos los pusilánime­s funcionari­os colombiano­s, ¿lograrán marearlo para evitar que grite algunas verdades sobre las escandalos­as cifras de toneladas de droga colombiana que asfixia a los mercados gringos? ¿Recaerá Trump en esa actitud camorrista que solo ha logrado que algunos países latinoamer­icanos miren con cierta simpatía a Rusia y a China, hasta hace poco naciones a las que se considerab­a antípodas a su cultura y estilos de economías?

Que medite Santos en estos días de recogimien­to, para que la Providenci­a le ilumine el paso que debe dar ante esa figura poco seria e impredecib­le que podría llegar, fuete en mano, a pedirle cuentas sobre las cifras reales de la siembra y exportació­n de drogas que arrasan con la juventud de allá y de aquí...

¿Trump dejará armada la “descertifi­cación” cuando no se convenza de las cifras oficiales sobre la erradicaci­ón de narcoculti­vos?

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