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Los emigrantes de un país en ruinas sacarán de sus penurias la fuerza para propiciar una nueva era.
Estas son las causas y evolución de la diáspora venezolana.
Una frase se popularizó en Venezuela durante los más recientes años de régimen chavista: “la única nevera llena que hay en el país es la de la morgue”. De forma sencilla, los venezolanos explicaron así sus mayores sufrimientos. Y tal vez sin darse cuenta, resumieron con ella lo que a la postre serían sus dos motivos para escapar hacia una vida mejor en otro lugar: escasez e inseguridad.
La sumatoria de homicidios desde 1999, año en que inició el régimen, es de más de 350.000, algo que se aproxima a las cifras de la guerra en Siria (aunque en Venezuela en teoría no haya conflicto). Mientras la crisis económica ya implica hiperinflación, desaparición del 60 % del parque industrial y empresarial, disminución de la producción agrícola en todos los rubros, lo que devino en la escasez.
Así no extraña que cada año que pasa desde 2015 registre mayores cifras en cuanto al éxodo de venezolanos, asunto que ya es tratado como una crisis humanitaria y que, por otra parte, enciende el debate migratorio en los países de acogida, principalmente latinoamericanos y en especial en el vecino Colombia.
Aún con la atención que debe suscitar dicho asunto en naciones cercanas a Venezuela, son pocas las claridades sobre el perfil del migrante de ese país, el alcance del fenómeno, sus posibles efectos, y menor aún la disponibilidad de estudios. EL COLOMBIANO abordó por tanto cifras, causas y previsiones sobre lo que depara esta problemática.
El primer éxodo
El 16 de febrero de 1989, con un país desgastado, que terminó una era de décadas de esplendor sumido en una deuda externa de 32.000 millones de dólares de entonces, el gobierno de Carlos Andrés Pérez aprobaba un impopular paquete de medidas que impuso un aumento radical en las tasas de interés y los precios de la canasta básica. En once días se desencadenaron los saqueos del “Caracazo”, alzamiento que cambió la historia de una democracia hasta entonces envidiada. Ese episodio, en el que murieron 276 venezolanos, incluso dio combustible político a Hugo Chávez, que pronto lideraría un fallido golpe de Estado.
Pero la crisis que empezó a fracturar a la Venezuela democrática no se compara a la actual, según el sociólogo Tomás Páez, docente de la Universidad Central de Venezuela. Hoy, por primera vez, los venezolanos se vieron obligados a migrar:
“Se debe señalar que nunca en la historia del país, a pesar de la gravedad de distintas crisis, se llegó a hiperinflación. Lo segundo es que nunca hubo un cierre de industrias y empresas como ahora. Mermó la producción a un nivel abismal. Lo paradójico es que esto ocurre en tiempos en que el régimen recibe ganancias nunca vistas: en 18 años sus ingresos superan por seis veces los recibidos en 40 años de democracia. Todo un despilfarro”.
Páez es autor de uno de los pocos estudios existentes sobre el fenómeno de emigración: La voz de la diáspora venezolana (2015). Su principal objetivo era determinar qué factores harán en un futuro que los venezolanos consideren el retorno.
“Nuestro primer hallazgo ese año fue que el venezolano que salió tenía perfil profesional. El 20 % eran emprendedores, generadores de riqueza. El
65 % empleados, con trabajo en sus profesiones. Y el 14 % estudiantes. El 90 % tenía grado universitario, 40 % maestría y 12 % doctorado”, informó.
Por entonces, ya la gente huía de la escasez, la crisis y la inseguridad. Pero hoy en día, tres años después, hay elementos de esa diáspora que han cambiado drásticamente.
Precarización y dificultades
En los últimos dos años, la emigración no solo se ha exacerbado, sino que ha cambiado su foco. Ya no es el típico esquema Sur - Norte, como el que caracteriza a la diáspora mexicana o colombiana, sino Sur - Sur.
“Eso tiene que ver con que la gente se ha empobrecido (el 82% de los venezolanos están en pobreza) y es la opción más fácil, ya que no es posible para la mayoría comprar siquiera un pasaje aéreo. Para ilustrarlo mejor, un profesor del más alto nivel gana en la universidad pública venezolana, que paga mejor que la privada, aproximadamente 7 dólares al mes. Si un vuelo está en más de 1.000 dólares, tendría que pasar años para comprarlo. La gente por tanto gasta lo poco que tiene en el bus hacia países vecinos. En especial a Colombia, que ya
superó a España o EE. UU. como el principal destino”, dijo.
En ello, por tanto, contrario a lo que se está pensando en otros países, tiene poco que ver la clase social, puesto que en general la población venezolana se ha empobrecido, sin importar el mayor o menor grado de educación o inserción profesional.
En cualquier caso, esa precarización (y masificación) de la emigración venezolana después de 2015 implicó más dificultades para los que llegan a otros países, lo que propicia casos de mendicidad, prostitución, delincuencia, y en últimas una absurda xenofobia como respuesta.
Luis Matos, periodista venezolano que inmigró a Panamá, describe esa situación: “aquí llegó mucho connacional preparado, con capacidades. Hay otros que no las tienen, pero están dispuestos a trabajar. En todo caso se creó una xenofobia entre los panameños, porque cualquier noticia de criminalidad ya dicen ‘seguro son venezolanos’. Entretanto, los trámites de empleo son increíblemente complejos y burocráticos, lo que nos deja en situación vulnerable”.
Esperanza
A pesar de las dificultades que está viviendo dicho colectivo, su migración está llevada por la esperanza. No solo de recuperar lo perdido en su tierra con el trabajo en otros países, sino de forjar, en el sufrimiento actual, las bases de la Venezuela futura.
“Pese a que no es propósito del régimen, porque para este no existe la diáspora, Venezuela está ya ganando con ella. El hecho de que los venezolanos están aprendiendo nuevas culturas, nuevas competencias, incluso nuevos contactos, es una ganancia para el país. Eso es para que no haya sorpresa en el día 1. Para que cuando el régimen caiga, se aproveche ese potencial para atender la reconstrucción de Venezuela”, opinó Páez.
El interrogante sigue siendo qué tan rápido vendrá ese día, porque entre más pase el tiempo se podría borrar de esas generaciones peregrinas, que se intentan arraigar en otros países, el recuerdo de una Venezuela de esplendor y prosperidad