MÁS DEBATES Y MENOS ENCUESTAS
Sobre los candidatos a la presidencia y sus fórmulas vicepresidenciales lo que el ciudadano común y corriente desea son más debates y menos encuestas.
Actualmente en Colombia existen muchos problemas y los habitantes claman propuestas; por ejemplo, ¿cómo es posible que los candidatos, en debate conjunto y público, no hayan expuesto sus planes para coadyuvar a solucionar la grave de- sigualdad económica y social?
En lugar de dedicar tanto tiempo a la revelación de datos por las encuestas que distraen al electorado y que por su tamaño son muy fáciles de manipular al ciudadano corriente lo que más le interesan son las soluciones a los problemas sociales y económicos que son el pan de cada día en los hogares y ante la existencia de los más de 50 millones de habitantes ya que ahora habrá que incluir en el censo poblacional al millón de venezo- lanos que están en Colombia.
Entre esta marca de problemas los más graves son el desempleo, la inseguridad y la falta de un eficiente servicio en los sistemas de salud.
Claro que a los anteriores hay que agregar el conflicto que se presenta en las cárceles del país por el hacinamiento.
También los candidatos presidenciales deben indicar sus propuestas sociales y económicas para frenar, de una vez por todas, el escandaloso aumento que cada año pade- cen propietarios de bienes inmuebles en las principales ciudades colombianas por los elevados reajustes en los avalúos y como consecuencia de lo anterior los incrementos en el impuesto predial.
En materia de cambios en el sistema de la educación en Colombia los candidatos tienen la oportunidad de hacer propuestas lógicas al igual que en materia tributaria, medidas para ayudar al campesino, proyectos para que los sistemas de la justicia sean eficientes y lo concerniente a disminuir muchos trámites innecesarios como aquellos para la creación de pequeñas empresas.
Los colombianos estamos prestos a escuchar a los candidatos sobre las propuestas al régimen de pensiones y obviamente lo atinente a los acuerdos de paz que el gobierno firmó con las Farc en La Habana, Cuba. Es un deseo unánime el fin de la inmoralidad y por lo tanto deseamos escuchar las propuestas para que esta costumbre sea erradicada