Lula perdió la batalla
El Supremo Tribunal Federal negó el recurso del expresidente para evitar la orden de prisión. El líder del Partido de los Trabajadores no podrá seguir en la campaña presidencial.
Con la decisión judicial que le obliga a defenderse desde la prisión, el exmandatario brasileño sale de la carrera presidencial y se enfrenta a una condena de 12 años que se haría efectiva la próxima semana cuando el Supremo Tribunal de Justicia resuelva el monto de la pena.
Brasil se paralizó durante un día, entre marchas, cubrimiento y polarización, a la espera de la decisión de la justicia sobre el recurso contra la orden de prisión del que fuera en otros tiempos su presidente más popular, Luiz Inácio Lula da Silva.
El Supremo Tribunal Federal (STF), máxima instancia jurídica del país, rechazó por seis votos contra cinco el habeas corpus interpuesto por la defensa de Lula para que pudiera aún defenderse en libertad del proceso en su contra.
Los magistrados argumentaron que, según la Constitución brasileña, no es fundamental una sentencia definitiva para cumplir una orden de arresto. Por este motivo, el expresidente de ese país, quien fue uno de los líderes del nuevo siglo en la región, no podrá seguir en campaña y consolida su declive político. Se prevé que sea encarcelado la otra semana, cuando se resuelva un recurso menor sobre el monto de su pena.
Vientos golpistas
Se espera que con esta decisión merme la presión sobre la justicia del país sudamericano, fundamentalmente desde sectores de la ciudadanía que el martes se manifestaron en las principales ciudades pidiendo prisión para Lula, pero también, más alarmante, desde la cúpula militar, que amenazó con reaccionar de facto en caso de que quedara libre.
“El Ejército brasileño juzga compartir el anhelo de todos los ciudadanos de bien, de repudio a la impunidad y de respeto a la Constitución, del mismo modo que se mantiene atento a sus misiones institucionales”, dijo en Twitter el comandante en jefe del Ejército, Eduardo Villas-Boas.
Medios como el diario O Estado de Sao Paulo intentaron descifrar el mensaje, pero pronto generales como Luis Gonzaga les aclaraban las dudas sobre la amenaza: “si Lula no es enviado a la cárcel, el deber de las Fuerzas Armadas es restaurar el orden”.
Justamente, uno de los magistrados que avaló el recurso presentado por Lula, Celso de Mello, advirtió que “la historia del país indica que las insurrecciones pre-
torianas no son una simple advertencia, sino que representan momentos de grave vulneración de las instituciones democráticas”.
En opinión de Dawisson Belém Lopes, politólogo y docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, esa presión previa “dio ya un entorno mucho más rígido al caso y dividió a la sociedad brasileña en los meses previos a unas elecciones, lo que está disparando la incertidumbre”.
Iván Godoy, periodista de Radio Senado de Brasilia, afir-
mó que “el gobierno de Michel Temer es responsable de esta situación ya que, en su debilidad política, le dio cada vez más prerrogativas a los militares, que se sintieron envalentonados a hablar por su cuenta”.
Complejo caso
Con anterioridad, el 12 de julio de 2017, el reconocido juez Ser-
gio Moro —uno de los que impulsa las pesquisas por el gigantesco caso Lava Jato—, condenó en primera instancia a Lula a pagar nueve años y medio de cárcel al considerar probado que recibió 8 millones de dólares que le habría dado Odebrecht en sobornos, incluidos viajes y regalos como un polémico apartamento en las playas del estado de Sao Paulo.
Lula de inmediato apeló la decisión, pero ya el 24 de enero de este año, la Corte de Apelaciones no solo desestimó el recurso, sino que aumentó la pena contra el expresidente a 12 años de prisión.
Cálculo electoral
Tras una nueva apelación, el caso llegó a las máximas cortes del país. Todos los sectores políticos hacían sus cálculos de acuerdo a la decisión que estas tomaran. Lula, hasta ayer, seguía siendo el favorito para ganar las elecciones presidenciales de octubre de este año.
¿Qué efectos dejará esta decisión? En opinión de Dawisson Belém Lopes, politólogo y docente de la Universidad Federal de Minas Gerais, esta “da un mensaje equivocado a los brasileños. Ahora da la impresión de que a los políticos de izquierda y del PT se les trató sin contemplaciones, mientras que son muy pocos los líderes derechistas implicados en Lava Jato y Odebrecht que hayan visto avanzar con la misma contundencia sus procesos, incluyendo al presidente Temer”.
El escenario podría devenir, por tanto, no solo en mayor polarización, sino en menor estabilidad democrática puesto que aumentará el malestar de los sectores izquierdistas.
En un año electoral, para Iván Godoy, los partidos políticos pasarán de un entorno dominado por el liderazgo y experiencia de Lula a otro más impredecible, en el que tienen opciones fuerzas anteriormente impensadas por su falta de maquinaria y respaldo.
“El hecho de que el principal líder de la izquierda no podrá participar en los comicios, tendrá fundamentales efectos políticos en el país y cambia radicalmente el panorama electoral. El principal interrogante, de ahora en adelante, es cuál de los numerosos candidatos de centro podrá capitalizar el apoyo popular que tenía Lula”, dijo