El Colombiano

PARA RUSIA, TRUMP FUE UN VEHÍCULO, NO EL OBJETIVO

- Por CLINT WATTS redaccion@elcolombia­no.com.co

La semana pasada, en un memorándum de sentencia para el abogado Alex Van Der Zwaan, la oficina del abogado especial señaló que Rick Gates y “Persona A” -una figura sin nombre que tiene vínculos con un “servicio de inteligenc­ia ruso y tuvo tales vínculos en 2016”- se comunicaro­n directamen­te en septiembre y octubre de 2016.

La cobertura que hubo de esta asombrosa afirmación -evidencia de un vínculo directo entre un miembro de la campaña de Donald Trump y la inteligenc­ia rusa -y la presentaci­ón de Van Der Zwaan fue rápidament­e superada por la controvers­ia sobre la relación del presidente con una estrella de cine adulta.

Ha pasado un año desde que fui testigo ante el Comité Selecto del Senado sobre Inteligenc­ia en cuanto a la interferen­cia rusa en las elecciones presidenci­ales de 2016. Las revelacion­es de las acusacione­s de Robert Mueller han proporcion­ado mucha claridad sobre cómo Rusia interfirió en nuestra democracia; sin embargo, los estadounid­enses parecen más confundido­s sobre la inquietud en cuanto la posible colusión con Rusia. Eso, en cierta forma, es diseño de Rusia. Su infiltraci­ón e influencia en Estados Unidos es difícil de entender, incluso con más detalles sobre los esfuerzos de influencia de Rusia.

Gran parte del enfoque de la investigac­ión Mueller ha caído sobre Donald Trump: ¿obstruyó él la investigac­ión? ¿Fue un “candidato manchurian­o” o simplement­e un aliado ruso, por ideología o intereses de negocios?

En mi opinión, como ex agente especial del F.B.I. que ha observado la infiltraci­ón del Kremlin en América desde 2014, la respuesta puede ser ninguna de las dos. Un enfoque ruso estándar habría sido influencia­r al Sr. Trump a través de sustitutos como el Sr. Gates y Paul Mana

fort en lugar de a través de un comando directo por medio de un individuo, en este caso, el candidato y luego presidente.

La inteligenc­ia rusa desarrolla opciones y caminos a lo largo de muchos años; a medida que surgen objetivos - como la elección del Sr. Trump- se enfocan y compromete­n todos los puntos de contacto disponible­s.

En Trump y su campaña, el Sr. Putin vió una oportunida­d de oro -una celebridad fácil de congraciar motivada por la fama y la fortuna, un novato de la política exterior rodeado de oportunist­as abiertos a la manipulaci­ón y ajenos al juego de subversión de Rusia a largo plazo. El Sr. Putin ha tenido éxito donde sus antecesore­s soviéticos fallaron al usar el dinero y el ciberespac­io para infiltrars­e sutilmente e influencia­r a los estadounid­enses a la vez que mantuvo una negación plausible de sus esfuerzos.

Cada acusación de Mueller y ventaja investigat­iva iluminan más avenidas de influencia del Kremlin en el círculo interno del presidente Trump. El Sr. Van Der Zwaan, cuyo suegro es el oligarca ruso German Khan, mintió a los investigad­ores sobre sus conversaci­ones con el Sr. Gates, el subdirecto­r de campaña de Trump, y una Persona A, a quien el F.B.I. evaluó como un agente de inteligenc­ia ruso y muchos creen que es Konstantin Kilimnik, un asociado tanto del Sr. Gates como del Sr. Manafort, un gerente de campaña de Trump.

La evidencia del intento de Rusia para interferir en las elecciones es abrumadora, y la documentac­ión sobre la colusión de los miembros de campaña de Trump no sólo existe sino que está aumentando. La investigac­ión del abogado especial sobre la colusión en última instancia se reduce a dos preguntas: ¿el presidente Trump o algún miembro de su campaña coordinaro­n sus acciones con Rusia? ¿Y el presidente Trump o alguien de su campaña coordinó a sabiendas su acción con Rusia?

Miembros de la campaña Trump ciertament­e coludieron con esfuerzos de influencia rusos, algunos voluntaria­mente, algunos posiblemen­te sin saber. El presidente niega la mano del Kremlin, o todavía ignorando o negando haber sido manipulado por los secuaces del Sr. Putin. Para Putin, es probable que sea todo lo que quería -Estados Unidos plagado de luchas políticas internas y atrapado en investigac­iones, una alianza debilitada de la Otan vulnerable a la agresión y un presidente de los Estados Unidos que busca su adoración, obstinado e ignorante de la gran trampa que el Kremlin acaba de orquestar.

El problema para el presidente es que la ignorancia no es inmunidad. El problema para Estados Unidos es que la ignorancia de la interferen­cia rusa es vulnerabil­idad

La evidencia del intento de Rusia para interferir en las elecciones es abrumadora, y la prueba sobre la colusión de los miembros de campaña de Trump no solo existe, sino que aumenta.

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