UNA POLARIZACIÓN APÁTRIDA
Una bondad que brinda el ejercicio de los partidos políticos es la diversidad de criterios que se halla en las ideologías democráticas que el pueblo desarrolla.
En ese sentido, el ejercicio político se alimenta porque en la diferencia de pensamiento reside la riqueza democrática del pueblo; pero cuando ese elemento diferenciador se ve contaminado por la intolerancia, la rabia y la falta de empatía se oscurece el panorama próspero en pensamiento y libertad de expresión.
Las redes sociales son un mecanismo por el cual las personas se expresan. En ellas han declarado su eterno amor por algún candidato político o, por el contrario, han encontrado en estos canales un sitio en el cual desahogar sus más profundos rencores. En ese sentido la libertad de expresión no debe coartarse y es fundamental permitir que la población hable sin temor.
Sin embargo, por no saber llevar un equilibrio en nuestras acciones permitimos que se contamine el ambiente y aflore la discordia en un sinfín de pullas que, sin sentido argumentativo, polarizan, dividen, separan y destruyen relaciones.
La división es negativa. Muchas personas por convertirse a un fanatismo político que corroe un pensamiento razonable, defienden a capa y espada a sus endiosados candidatos y difunden, en las plataformas digitales, montajes y desinformaciones que manchan las reputaciones de los demás candidatos –sin deses- timar la veracidad de algunas publicaciones-. Es una guerra de propaganda negra, y ciudadanos que se vanaglorian de ser políticos se atacan entre sí y no dejan reputación en pie.
Esa actividad, sin autocontrol destruye el buen ejercicio informativo. Ese que goza de demostrar con hechos sólidos las hojas de vida, trayectoria y propuestas de los candidatos. Al tiempo muchos opinólogos graduados en Twitter y Facebook desatan riñas entre falacias, insultos y ediciones hechas en Paint, atacando y defendiendo las ideologías que los candidatos les hacen creer como propias.
Simultáneamente en los debates presidenciales, estos personajes actúan con altura, demostrando sus diferentes perspectivas y, detrás de cámaras, riendo como los colegas de oficio que son.
¡Que las diferencias políticas no polaricen al pueblo! * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.
Es una guerra de propaganda negra, y ciudadanos que se vanaglorian de ser políticos se atacan entre sí y no dejan reputación en pie.