QUERIDO HUMBERTO, ES EL BUEN HUMOR
Lo que tanta falta hace en la política es una saludable dosis de buen humor. La aplicó de modo muy oportuno el candidato Iván Duque en el debate del jueves en Barranquilla. Demostró que la jovialidad, el ingenio y el repentismo pueden marcar una tónica respetuosa que ayude a limar la tal polarización, creada cuando se dividió al país desde las alturas del poder, entre amigos y enemigos de la paz.
Al corresponderle al muy grave y cauteloso doctor De la Calle con un tuteo inesperado que sostuvo hasta el final de su respuesta, tuvo una ocurrencia muy cordial que bien podría incorporarse a una suerte de pacto por la controversia civilizada en lo que sigue de la campaña. Duque no dejó de decirle verdades a su homólogo, pero lo hizo con elegancia y sinceridad y, sobre todo, con una jovialidad que enseña cómo todo puede decirse con dignidad y respeto y sin despojarse de una actitud ecuánime.
Mientras algunos hablan de temperancia verbal pero dejan que sus coequiperos o seguidores ataquen y agravien a los contradictores, u otros arremeten en las mal llamadas redes sociales contra todo aquel que se atreva a opinar distinto y por allá unos más olvidan que el constreñimiento al elector es un delito, Duque protagonizó una salida que, sean cuales fueren las preferencias electorales, guste o no como candidato, entre personas inteligentes, incluidos sus compañeros en el escenario, no podía menos que sorprender y activar una sonrisa.
Muchos conciudadanos, de corrientes ideológicas y políticas diversas, han vuelto a ver y han celebrado el video que reproduce ese fragmento del debate promovido por El Heral- do, Telecaribe y la Universidad del Norte. No es para menos. Algo así no se había presenciado al menos en confrontaciones recientes. Tal vez era menos extraño en tiempos en que, según las crónicas, la política era un ejercicio de la inteligencia y había sesiones parlamentarias que representaban lecciones de talento, cuando, además, el buen hu- mor de nuestra sociedad no se había degradado por la ordinariez y la procacidad.
Ese tuteo sostenido de Duque a De la Calle es de antología: “Tú, Humberto, Querido Humberto”, para, en seguida, decirle unas cuantas verdades, es un desafío tolerante que debería ser acogido por todos los aspirantes a cualquier elección. En la Constitución, tener buen humor debería ser condición ineludible para todo candidato. Siempre he estado de acuerdo con el filósofo chino Lin Yutang, cuando decía, en La importancia de vivir, que el inmenso poder del pensamiento humorístico, expresión del espíritu de lo razonable, salvaría la paz mundial si en las conferencias internacionales participaran los mejores humoristas como plenipotenciarios. “Querido Humberto” sintetiza el ingenio. Entraña una afable invitación a las paces
Ese tuteo sostenido de Duque a De la Calle es de antología: “Tu Humberto, querido Humberto”, para, enseguida, decirle unas cuantas verdades, es un desafío tolerante...