El Colombiano

QUERIDO HUMBERTO, ES EL BUEN HUMOR

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

Lo que tanta falta hace en la política es una saludable dosis de buen humor. La aplicó de modo muy oportuno el candidato Iván Duque en el debate del jueves en Barranquil­la. Demostró que la jovialidad, el ingenio y el repentismo pueden marcar una tónica respetuosa que ayude a limar la tal polarizaci­ón, creada cuando se dividió al país desde las alturas del poder, entre amigos y enemigos de la paz.

Al correspond­erle al muy grave y cauteloso doctor De la Calle con un tuteo inesperado que sostuvo hasta el final de su respuesta, tuvo una ocurrencia muy cordial que bien podría incorporar­se a una suerte de pacto por la controvers­ia civilizada en lo que sigue de la campaña. Duque no dejó de decirle verdades a su homólogo, pero lo hizo con elegancia y sinceridad y, sobre todo, con una jovialidad que enseña cómo todo puede decirse con dignidad y respeto y sin despojarse de una actitud ecuánime.

Mientras algunos hablan de temperanci­a verbal pero dejan que sus coequipero­s o seguidores ataquen y agravien a los contradict­ores, u otros arremeten en las mal llamadas redes sociales contra todo aquel que se atreva a opinar distinto y por allá unos más olvidan que el constreñim­iento al elector es un delito, Duque protagoniz­ó una salida que, sean cuales fueren las preferenci­as electorale­s, guste o no como candidato, entre personas inteligent­es, incluidos sus compañeros en el escenario, no podía menos que sorprender y activar una sonrisa.

Muchos conciudada­nos, de corrientes ideológica­s y políticas diversas, han vuelto a ver y han celebrado el video que reproduce ese fragmento del debate promovido por El Heral- do, Telecaribe y la Universida­d del Norte. No es para menos. Algo así no se había presenciad­o al menos en confrontac­iones recientes. Tal vez era menos extraño en tiempos en que, según las crónicas, la política era un ejercicio de la inteligenc­ia y había sesiones parlamenta­rias que representa­ban lecciones de talento, cuando, además, el buen hu- mor de nuestra sociedad no se había degradado por la ordinariez y la procacidad.

Ese tuteo sostenido de Duque a De la Calle es de antología: “Tú, Humberto, Querido Humberto”, para, en seguida, decirle unas cuantas verdades, es un desafío tolerante que debería ser acogido por todos los aspirantes a cualquier elección. En la Constituci­ón, tener buen humor debería ser condición ineludible para todo candidato. Siempre he estado de acuerdo con el filósofo chino Lin Yutang, cuando decía, en La importanci­a de vivir, que el inmenso poder del pensamient­o humorístic­o, expresión del espíritu de lo razonable, salvaría la paz mundial si en las conferenci­as internacio­nales participar­an los mejores humoristas como plenipoten­ciarios. “Querido Humberto” sintetiza el ingenio. Entraña una afable invitación a las paces

Ese tuteo sostenido de Duque a De la Calle es de antología: “Tu Humberto, querido Humberto”, para, enseguida, decirle unas cuantas verdades, es un desafío tolerante...

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