600 MIL HABITANTES MÁS
Las autoridades municipales calculan que en 12 años (o sea en el 2030) habrá 600 mil nuevos habitantes en Medellín. Por eso se pretende densificar el borde del río y construir complejos habitacionales en barrios como Naranjal (ya empezaron), barrio Colombia y barrio Triste. Los urbanizadores tienen una visión muy “clara” para enfrentar dicha proyección: construir en vertical, vender aire, lo cual es sumamente rentable: 100 metros cuadrados de tierra los venden 10, 15, 20 veces.
Son unas 45, 60 personas ocupando el aire de 100 metros cuadrados. El problema es cuando ellas bajan al suelo de la ciudad, en el día. Antes, una casa de 100 metros representaba 1 carro; ahora esos mismos 100 metros representan, como mínimo, 15 o 20 carros.
Si sentimos que ya la ciudad colapsó porque no hay vías ni espacio público suficiente, ¿qué se podrá esperar en 12 años? El problema habitacional lo tienen “solucionado” con el POT que pretende “verticalizar” la ciudad; pero el asunto no es construir apartamentos, el problema es la infraestructura urbana que se necesita para atender ese volumen de gente: qué hay con el tema del eficiente transpor- te público (hoy el metro no da abasto en horas pico), del suministro de agua (¿a quién está dejando Medellín sin agua? Cada vez se trae de más lejos), del espacio público para no enloquecer por hacinamiento (en febrero de 2017 la ciudad contaba con 3.7 mts. cuadrados de espacio público por persona, deberían ser al menos 10), de la disposición de basuras (en diciembre de 2014, cuando se dio al servicio Altaír II, el nuevo vaso del relleno sanitario de La Pradera, se dijo que su vida útil se aumentaba entre 14 y 17 años).
Y ni qué decir con el tema de la polución del aire. Es cierto que gracias a las labores de diferentes alcaldías hoy se vende en Medellín un combustible más limpio que hace 20 años; pero, si siguen entrando en circulación ese volumen anual de motos y carros nuevos, jamás podremos alcanzar el equilibrio que se necesita. Este valle del Aburrá necesita más cerebros conectados con el corazón y con el sentido común, que con el bolsillo. Las ciudades necesitan dinamizar su economía, que debe estar al servicio del ser humano y de la calidad de vida de las personas, no del bolsillo de unos pocos