Premio a la persistencia
Luego de un par de años difíciles en los que nunca desistió, Alejandro González firmó un momento inolvidable en Davis.
El circuito ATP es como una máquina insaciable que agota las energías de los tenistas proporcionalmente a sus aspiraciones en cuanto a títulos y ranquin.
Ante la mínima muestra de debilidad que lo saque de competencia, resulta tan difícil para un jugador recuperar el terreno perdido que muchos prefieren ir a su ritmo o, incluso, decir basta.
Algo así le ocurrió a Alejandro González, quien se ganó a pulso un lugar entre los mejores 100 del planeta, desempeño que mantuvo entre 2013 y 2015, cuando salió de este rango y no pudo retornar. Aunque él siempre persistió.
“Al finalizar el 2016 tuve que operarme porque sentía un dolor hacía tiempo que ya no me permitía jugar”, recuerda el tenista patrocinado por Celsia, quien necesitó de una cirugía por un problema óseo en su pie izquierdo. La recuperación fue lenta y no estuvo exenta de dudas.
“Sí, uno a veces piensa en el lugar dónde podría estar si no se hubiera presentado tal lesión. Sobre todo por lo difícil que es retornar al nivel. Pero las ganas de competir ayudan a recuperar la motivación”, reconoce el paisa.
Alejandro no estaba planillado para disputar el quinto punto de Colombia ante Brasil por Copa Davis, pero la decisión, en la noche previa, del capitán Pablo González le permitió una revancha que estaba esperando hacía tiempo.
“Increíble. Lo que viví el sábado fue único. Poder darle el punto definitivo a mi equipo ante un rival que jamás habíamos vencido es de esas cosas que justifican todos los esfuerzos”, admite.
Ahora, Gonzo tendrá unos días de descanso y luego volverá al ruedo con varias competencias en México