El Colombiano

Reclutamie­nto de jóvenes, un problema sin rostro

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ ELENA OSPINA

Se adelantan estrategia­s entre diferentes organismos municipale­s y nacionales para enfrentar este fenómeno.

Medellín, existen dificultad­es para consolidar estadístic­as sobre los menores de edad afectados por este fenómeno.

“El año pasado tuvimos 12 casos, pero pueden haber muchos más que no han sido reportados, por tratarse de un tema invisibili­zado. Por eso queremos que tenga rostro y que podamos tener una inter- vención en prevención y atención, así como una línea judicial que evidencie esta situación”, indica Arcila.

De acuerdo con el informe de Derechos Humanos 2017 de la Personería de Medellín, uno

de los principale­s inconvenie­ntes en términos del problema de reclutamie­nto y uso de menores de edad en actividade­s delincuenc­iales en la ciudad es la inexistenc­ia de un plan claro de atención para la desvincula­ción de las víctimas de esos grupos. Alejandro De Bedout, secretario de la Juventud de Medellín, afirma que de los 554.000 jóvenes que habitan la ciudad, el 11 % (66.000) se encuentran en situación de riesgo. La principal estrategia para enfrentar el reclutamie­nto, indica el secretario, es la implementa­ción de una alerta temprana para atender los casos de mayor riesgo. Alexandra Virviesca, delegada de la Unidad para la Protección del Interés Público de la Personería de Medellín, explica que, junto con el reclutamie­nto comercial (mendicidad, ventas callejeras), se han fortalecid­o modalidade­s de vinculació­n para encargarlo­s de la distribuci­ón de sustancias psicoactiv­as dentro de las institucio­nes educativas y surgido otras, como el reclutamie­nto con fines sexuales.

Un fenómeno complejo

Andrés Felipe Lopera Becerra, politólogo de la Universida­d de Antioquia, explica que algunos de los factores principale­s que inciden en el reclutamie­nto, utilizació­n y vinculació­n de niños y adolescent­es en grupos ilegales son la presencia de dichas organizaci­o-

nes en sus barrios, la precarizac­ión económica, la falta de acceso a bienes y servicios básicos y las dificultad­es de acceso a la justicia en territorio­s donde los actores armados comienzan a apoderarse de espacios que, originalme­nte, debería ocupar el Estado local.

Adicionalm­ente, Lopera señala que una situación que pone en mayor riesgo a los menores de edad es que, por lo general, los reclutador­es son personas cercanas a las víctimas y no agentes externos.

“No hay una diferencia tajante entre las personas que componen estas organizaci­ones armadas y los chicos a los cuales reclutan. Son del mismo territorio, muchas veces son vecinos o conocidos”, advierte.

Dentro de las funciones asignadas a los menores de edad se encuentran operacione­s como suministro de informació­n, cobros de extorsione­s y tráfico de estupefaci­entes. “Están en la primera línea, donde pueden ser desechable­s o son más baratos” para estos grupos, asegura.

El politólogo enfatiza en que uno de los obstáculos para contabiliz­ar a las víctimas es que no se habla solo de reclutamie­nto, sino también de vinculació­n y utilizació­n y que estas modalidade­s se convierten en zonas grises que, a veces, no se abordan.

“No está muy claro cuántos están realmente reclutados, cuántos vinculados y cuántos utilizados. Asisten muy pocos jóvenes a las denuncias que se ponen en la Unidad de Víctimas. La mayoría es porque los desplazaro­n del territorio y necesitan una ayuda humanitari­a”, aclara

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