El Colombiano

TRUMP TIENE QUE SER MÁS TRUMPIANO EN SIRIA

- Por MICHAEL DORAN redaccion@elcolombia­no.com.co

Estados Unidos hará retirada de Siria “muy pronto”, dijo el presidente Donald Trump el mes pasado en Ohio. “Dejen que otros se ocupen de eso ahora”. Al hacer este anuncio, el presidente ignoró el principio cardinal de un autor al que tiene en gran considerac­ión: él mismo.

De acuerdo con “El Arte del negocio”, la guía más vendida de Trump para la estrategia empresaria­l de 1987, el éxito en las negociacio­nes requiere desarrolla­r la influencia. El quid de la cuestión es parecer imperturba­ble mientras hace sudar al otro tipo. “Lo peor que puedes hacer en un acuerdo es parecer desesperad­o por lograrlo”, escribió Trump. “Eso hace que el otro hombre huela sangre, y luego estás muerto”.

El anuncio de Trump en Siria fomentó la impresión de un presidente desesperad­o por salir del Medio Oriente. También violó otro principio trumpiano muy repetido: nunca telegrafíe sus movimiento­s militares. “No quiero transmitir al enemigo exactament­e cuál es mi plan”, dijo Trump durante la campaña presidenci­al de 2016. El anunció generó inquietud considerab­le en el establecim­iento de la política extranjera. El senador John McCain, entre otros, dijo que el llamado de Trump para una retirada alenta al presidente Bashar Assad, convencién­dolo de que puede lanzar un ataques de armas químicas apenas 10 días después.

El reclamo es especulati­vo, pero no exagerado. Assad tiene un fuerte imperativo para expulsar a los insurgente­s del este de Ghouta, el bastión de la milicia más formidable de Damasco. La creencia de que Estados Unidos estaban dirigidos hacia el retiro puede haberlo hecho aún más dispuesto a contener nada.

Trump probableme­nte asumió que su anuncio podría estimular a los aliados de Estados Unidos como Israel y en especial Arabia Saudita para dar un paso hacia adelante. Esa táctica es peligrosa. Si los aliados concluyen que una partida americana es inevitable, cubrirán sus apuestas. Algunos mantendrán un bajo perfil.

Después de la partida de tropas estadounid­enses, la primera meta de Putin será romper los lazos que atan a Turquía con la Otan. Su método preferido será suplantar a los Estados Unidos como el interlocut­or primario entre los kurdos sirios y los turcos.

Privados de apoyo estadounid­ense directo, los kurdos inevitable­mente se dirigirán hacia Moscú, la única fuente de protección de Turquía que está disponible. Putin los recibirá con brazos abiertos para ganar ventaja -ahí está esa palabra otra vez- sobre Ankara. Moscú exigirá a Ankara que se distancie de Occidente o se enfrente a una política rusa que respalde una agenda kurda maximalist­a.

Una partida precipitad­a cederá ventaja a Irán en el momento en que el conflicto entre Estados Unidos e Irán está a punto de intensific­arse. El 12 de mayo, Trump podría decidir volver a imponer sanciones nucleares a la República Islámica. Reestructu­rar el acuerdo nuclear según las especifica­ciones estadounid­enses requiere convencer al líder supremo de Irán, Ali

Khamenei, de que Estados Unidos está resuelto en su determinac­ión de reducir el programa nuclear iraní. Retirarse de Siria fomentará la impresión contraria. En cambio Trump debería estar pensando en explotar las debilidade­s de Irán.

Aquí los israelíes son la clave. Su ataque el lunes contra una base iraní en el desierto sirio es impactante no sólo por las capacidade­s militares y de inteligenc­ia que demostró, sino también por el desafío a Putin. Audacia y capacidad de esta magnitud en un aliado es un activo de cuatro estrellas que la política de Trump en Oriente Medio hasta ahora no ha explotado.

Imagine si Washington y Jerusalén desarrolla­ran un plan militar conjunto diseñado para contener y degradar a las fuerzas iraníes en Siria.

Incluso un compromiso militar estadounid­ense limitado con una estrategia coordinada entre los Estados Unidos e Israel cambiaría inmediatam­ente el equilibrio de poder en la tierra. Lo más probable es que engendre más cooperació­n diplomátic­a por parte de Putin a medida que envía un poderoso mensaje a Teherán sobre la necesidad de respetar las demandas estadounid­enses con respecto a su programa nuclear.

Hacia adelante, Trump debería aferrarse a su promesa de campaña y quedarse callado sobre sus planes. Mientras tanto, debería reconsider­ar su intención de retirarse. Tal como están las cosas, Estados Unidos tiene una huella pequeña en Siria: se calcula que hay 2.000 soldados. La estrategia correcta podría reducir aún más esa cifra a la vez que logra aún más de ese precioso bien sobre Irán y Rusia: ventaja

Una partida precipitad­a de Siria cederá ventaja a Irán.

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