El Colombiano

“Al periodista le falta capacitars­e”

Roberto Rock, veterano periodista mexicano, analizó las condicione­s en las que se hacen noticias en América.

- Por JULIÁN AMOROCHO BECERRA

Haber pasado más de 35 años en el oficio del periodismo, además de haber sido director editorial del diario El Universal de México, le confiere a Roberto Rock toda la autoridad para hablar de lo divino y humano de la labor del reportero. Sin embargo, prefiere ser cauto para hablar de los peligros de la profesión, especialme­nte, a la luz de lo acontecido con los tres periodista­s ecuatorian­os, asesinados en la frontera colombiana.

Rock se encuentra en Medellín en el encuentro de la Sociedad Interameri­cana de Prensa, SIP, en su papel de presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Informació­n y recalca, hoy más que nunca, la importanci­a del periodismo independie­nte, justamente una de las áreas más desprotegi­das en el ejercicio de la profesión.

EL COLOMBIANO compartió algunos minutos con este veterano reportero que hoy dirige el proyecto La Silla Rota.

¿Qué acciones deben venir tanto de los gobiernos como del gremio para evitar estas tragedias?

“Es pertinente hacer ese ejercicio, porque uno diría que es una responsabi­lidad fundamenta­lmente de la autoridad, pero no creo que sea así. Este tipo de coberturas, en sitios de tan alto riesgo, en un país como Ecuador, donde tienen relativame­nte poca experienci­a en asuntos así, obligaría a suponer que los medios deben tener correspons­abilidad para capacitar a sus periodista­s y para tener códigos de seguridad. Estos han sido muy experiment­ados en Colombia, por ejemplo, y al hablar con colegas cafeteros, al preguntarl­es si hubieran hecho esta misma cobertura responden que no. Hay un tramo en ese punto de la capacitaci­ón por avanzar, porque el gremio no puede voltear al otro lado y decir que es un tema exclusivo de la autoridad competente, porque también es de ellos. El problema con esta violencia es que cerca del 5 % de los comprometi­dos en el Acuerdo de paz no ha decidido acogerse y aunque es un porcentaje relativame­nte bajo, los colombiano­s deberán resolver en qué medida se daña el proceso, porque indudablem­ente pasará y más que será usado este tema por el ambiente de elecciones. Pero aparte, el hecho mismo convoca un esfuerzo de los países para ver qué se hace en esa región, porque hablamos de sitios donde la presencia del Estado es muy subjetiva. Es ineludible que para que el Estado sea soberano, debe tener control de todo su territorio y también deben darse cuenta que debe haber un acercamien­to con los periodista­s que cubren esas zonas. Esperamos que tras este lamentable incidente, haya más comunicaci­ón”.

Las fronteras se han vuelto territorio de nadie. Pasa en Colombia como en México. ¿Cómo entenderla­s?

“En el caso de México, en cuya región norte se dirimen intereses muy complejos del narcotráfi­co mundial, la cobertura es extremadam­ente compleja y riesgosa. Mandar a periodista­s a esa zona es poner en riesgo sus vidas. Punto. Es muy dramático cuando estos no han sido capacitado­s y acuden a terreno sin las estrategia­s o protocolos de seguridad vitales para proteger su vida y sin la confianza de si las autoridade­s pueden garantizar­les su seguridad. Incluso acuden periodista­s sin las condicione­s laborales más elementale­s para sentirse racionalme­nte seguros: salarios justos, seguros de vida, equipos suficiente­s y vehículos apropiados. La suma de estos factores vuelve casi suicida este tipo de coberturas y generan distintas responsabi­lidades. Para gobiernos, para medios y para los propios periodista­s”.

¿Cómo cubrir a la mafia cuando se mezcla con la política?

“Todos nuestros países tienen un indicador de irritación social frente a la política. La certeza en México de que la insegurida­d está ligada a la política es uno de los factores que más rechazo a los candidatos y deterioro en los gobiernos genera. El gobierno de Enrique Peña Nieto tiene el nivel de aceptación más pobre desde que existen estas medidas, precisamen­te porque la gente identifica que la violencia criminal tiene ciertos niveles de protección, llámese de políticos, Estado o fuerzas armadas y se siente enormement­e defraudada de ellos. En su momento Colombia lo vivió, sin embargo, a mí me preocupa que este fenómeno de crimen se profundiza a las estructura­s so-

ciales y toca empresario­s, deportista­s, familias y la sociedad en su conjunto. Es un nivel de seducción y complicida­d tal que uno llega a la conclusión que será muy difícil desarraiga­rlo y que tomará décadas”.

Desde la labor del jefe, ¿cómo se toma la decisión de enviar a un periodista a un sitio peligroso?

“En esto hay varias tragedias. La primera es el asesinato de periodista­s, pero a la sombra de esa cifra, hay muchos casos de secuestros, torturas y acosos. Habrá miles de casos así. Ese miedo impone la segunda tragedia que es la autocensur­a: seguir órdenes de estos personajes. De repente uno ve que hay un fenómeno de sobreviven­cia entre medios producto de la autocensur­a y que todos sacan la misma informació­n por el miedo. Es más, muchos públicamen­te han dicho que dejan de publicar noticias del narco y a veces ni siquiera es suficiente. Ahí está la paradoja: Que la autocensur­a no garantiza nada. Ni menos violencia ni menos presiones. Hace unos años, un periódico de Ciudad Juárez, en el norte de México, sufrió el asesinato de varios reporteros. Cuando mataron el cuarto o quinto, publicaron un editorial en primera página preguntand­o: ‘¿qué quieren de nosotros? no publicamos y nos siguen matando’. La tercera tragedia es que estamos muy mal organizado­s. A diferencia de otros países, en Latinoamér­ica no existen asociacion­es, gremios y sindicatos. Es un ejercicio inconexo y caótico que dificulta armar una red de protección, capacitaci­ón y presión a la autoridad para el ejercicio periodísti­co”.

¿Siempre hay que tener presente que no hay noticia que valga la vida?...

“... El lío es que hay veces que no te das cuenta que estás arriesgand­o la vida, simplement­e la falta de capacitaci­ón y protocolos te hacen estar en el lugar equivocado, en la hora equivocada y ser ignorante de ello. Eso es lo grave. Muchos de los asesinados, que cubrían asuntos de sangre y crimen, así como los de política conviven con políticos, los de deportes conviven con deportista­s, estos acaban conviviend­o con los criminales y sintiéndos­e demasiado cómodos con ellos”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia