NO TENÍAN POR QUÉ MORIR, PERO EL PERIODISMO PERTURBA A LOS PODEROSOS
Periodista, maestro y consultor de ética de la Fundación Nuevo Periodismo No tenían por qué morir. Dos periodistas, un conductor, armados únicamente con su inteligencia y su curiosidad. Por tanto, no tenían por qué morir. Personas buenas, sanas, que con su trabajo alimentaban a sus familias. No tenían por qué morir.
Entonces, uno se pregunta por qué esta insensatez: por lo que representa el periodista, el poder de la palabra, de la inteligencia y de la libertad de informar sin dependencia alguna. Y eso no se está soportando por algunos sectores de la sociedad que tienen o creen tener poder.
Al morir estos periodistas de esta forma, los periodistas tenemos que tomar nota de que nuestra presencia perturba. Y si perturba, nos tiene que preocupar mucho cuando esos poderosos se acostumbran a nosotros. Pensar así es una forma de homenaje a estos que nunca debieron morir de esa manera.
Los gobiernos, por más que hagan, nunca podrán impedir esta clase de asesinatos. Es como si se pretendiera impedir la corriente del mal en la historia. El mal siempre estará. Y detenerlo no es cuestión de leyes ni de armas. Se detiene solamente con la preponderancia del bien. Esto constituye un llamado a la gente buena del mundo, para que no solo sea buena sino muy activa en su bondad