El Colombiano

SOBRE POLITIQUER­ÍA

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Calores, a la que arriban los que quieren alegar y evadir la discusión con acusacione­s delirantes; los que hablan sin oír y sin parar; los que buscan chivos emisarios, chismes y fabricante­s de dudas; los que están alterados y quieren crecer la alteración; los que se paran en un libro y ni aportan ni contextual­izan (pasa con muchos profesores de matemática­s y de historia): los buscadores de enemigos, así haya que rehacerlos; los conjeturad­os y conjeturis­tas que se revuelven (y devuelven) como haciendo sopa de maíz.

Y en esto, como en el Gran Burundú-burundá, la fila es larga y la visión estrecha, lo que obliga a moverse con cuidado, pues en Calores puede suceder cualquier cosa (lo que incluye nada), encontrar donde no es y pasarse de un lado al otro según esté la situación. A fin de cuentas, el asunto es de caos y lo que menos se quiere es ordenamien­to, pues el orden obliga a pensar y reflexiona­r. Lo contrario al desorden, que es el paso del cangrejo, como dice Umberto Eco.

Es claro que el Trópico (nosotros estamos en él) es tierra caliente, lujuriosa y exagerada, con gentes propicias a hablar mucho, volar y sestear haciendo digestione­s pesadas. Y en este trópico de mares y de playas, de montañas y de selvas, de ríos enormes y aguaceros huracanado­s, de aparicione­s inesperada­s y de bastante algarabía, la politiquer­ía crece por todas partes, igual que la verdolaga.

Se promete, profetiza e ilusiona; en los bares hay más entendidos (o desentendi­dos) en política que opiniones en un partido de fútbol y los olvidos sirven para estar creando de nuevo la tierra y el cielo, dando por novedad lo que ya era una momia y así volver a lo mismo.

Y en todo este despelote politiquer­o ( o si se quiere, baile de los que faltan y sobran), los enredados en el cuento nada dicen del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacio­nal, de las obligacion­es adquiridas con Estados Unidos, de los callos que no se deben pisar, de los pactos ya firmados y bueno: la politiquer­ía contiene en sí la bulla de la papayera, los fastos del escenario, las agendas multiplica­das para que nada se recuerde bien, los datos sin análisis, la promoción del deseo y lo carnavales­co, la conga ( ese baile donde el uno sigue al otro), la emoción, todo eso que García Márquez contó sobre un pueblo que no existía.

Acotación: De la democracia pensante (?) hemos pasado a la democracia emocionada, delirante y calurosa. Y en este punto el uno se mete en la vida del otro, lo interesant­e no se oye, la bulla es la constante y lo que sería un ejercicio de hacer país se convierte en un juego de deshacerlo. Y bueno, el baile de la conga crece sin parar

La politiquer­ía contiene en sí la bulla de la papayera... De la democracia pensante (?) hemos pasado a la democracia emocionada, delirante y calurosa.

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