El Colombiano

¿POR QUÉ LOBISTAS DEL SILICON VALEY AMAN LA PRIVACIDAD?

- Por ALVARO M. BEDOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

Mark Zuckerberg promete que Facebook puede hacer más para proteger nuestra privacidad. Tres veces durante su testimonio ante el Congreso el martes, usó el mismo ejemplo: tecnología de reconocimi­ento de rostros, explicó, debe requerir “consentimi­ento especial” por parte de usuarios. Pero dejó por fuera un hecho importante: esta semana, lobistas remunerado­s por Facebook están trabajando con legislador­es de Illinois apoyados por Facebook para eliminar la ley de privaci- dad de reconocimi­ento de rostros propuesta por el Estado, la más fuerte de la nación.

Esto nos debe hacer escépticos sobre cualquier llamado por una ley amplia, al estilo europeo que se aplicaría por todas las tecnología­s y plataforma­s. No podemos subestimar el poder del sector tecnológic­o en el Congreso y las legislatur­as estatales. Si EE.UU. intenta aprobar normas para datos personales, el Valle de la Silicona podría aprovechar ese esfuerzo, y perderemos nuestra mejor oportunida­d para proteger la privacidad.

¿Cómo se ve esa inundación de lobbys? De 2011 a 2014, como jefe de personal para el senador

Al Franken, en ese entonces presidente del subcomité de privacidad del Senado, trabajé para aprobar un proyecto de ley para obligar a las empresas a solicitar el permiso de los usuarios antes de recopilar o compartir los registros de sus movimiento­s. La ley habría prohibido las llamadas “aplicacion­es de acecho” que permiten a los abusadores rastrear en secreto las ubicacione­s de sus víctimas a través de sus teléfonos inteligent­es. Los grupos de lobby de la industria superaron en número a nuestros seguidores 54 a 2. Sin embargo, en 2012, gracias a una pe- queña coalición de privacidad, derechos de las mujeres y grupos contra el acecho, logramos aprobar el proyecto de ley con el Comité Judicial.

Es entonces cuando el lobbying en realidad comenzó. Cuando llamé a una reunión de los accionista­s de la industria, tuve que trasladarl­a de nuestra sala de conferenci­a donde cabían unas doce personas a la sala de audiencias del Comité Judicial, que puede acomodar cuatro o cinco veces ese número. El proyecto de ley se estancó. Nunca más se volvió a votar sobre él.

Aprobar una fuerte ley de privacidad para una industria específica es difícil. Pero al menos es posible. Cuando la administra­ción Obama trató de aprobar un proyecto de privacidad de 0mnibus, el marco general de la ley era prometedor. Hacía énfasis en que los consumidor­es necesitaba­n control sobre su informació­n, transparen­cia sobre cómo era utilizada, y responsabi­lidad cuando es abusada. En 2015, después de que se introdujo el Valle de la Silicona, el proyecto que la Casa Blanca presentó era tan ineficaz que casi todos los grandes grupos de privacidad del consumidor se opusieron. Alrededor de la época en que se estancó nuestro proyecto contra el acecho, recuerdo que un lobista me dijo que deberíamos considerar dejar nuestro proyecto a un lado hasta que el Congreso pudiera aprobar una ley de privacidad integral. Ahora sé por qué.

Podría ser que el escándalo de Cambridge Analytica allanara el camino para las reformas al estilo europeo que antes eran imposibles. Las acciones de Facebook cuentan una historia diferente. Incluso mientras grita “mea culpa”, Facebook está calculando que puede reprimir las nuevas reglas de privacidad con impunidad. Facebook está gastando su dinero de lobbying no solo para destripar la ley de privacidad de informació­n biométrica de Illinois, sino para detener una nueva iniciativa de voto de privacidad del consumidor de California.

Esos cálculos son correctos - si convertimo­s esto en un amplio debate sobre “datos personales”. Convirtamo­s esto en un debate sobre las personas y aprobemos leyes que den manejo a las amenazas que realmente enfrentan. Hablemos sobre las personas que aún son acechadas cada año por medio de sus teléfonos inteligent­es. O cómo los minoristas secretamen­te usan reconocimi­ento de rostros para identifica­r ladrones, aunque la tecnología fracasa más a menudo cuando trata de identifica­r a afroameric­anos y mujeres. Convirtamo­s esto en un debate sobre cómo Facebook rastreó a las personas para determinar si tenían una “afinidad” hacia los afroameric­anos, hispanos y orientales, y luego permitió que los anunciante­s bloquearan a esas personas de avisos de bien raíz. Una cosa es enfrentar a las empresas de internet contra la idea de “privacidad”. Otra cosa es mostrarle a un legislador las personas reales de su distrito que se verán perjudicad­as por su falta de acción. En 1967, el juez Potter Stewart declaró que la Cuarta Enmienda “protege a las personas, no a los lugares”. Es hora de reconocer que la privacidad protege a las personas, no a los datos ■

Convirtamo­s esto en un debate sobre las personas y aprobemos leyes que den manejo a las amenazas que realmente enfrentan.

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