El Colombiano

UN GRAN DESORDEN BAJO LOS CIELOS

- Por JUAN JOSÉ HOYOS redaccion@elcolombia­no.com.co

Amo a mi ciudad, pero a veces siento la necesidad de huir de ella. Me sucede, sobre todo, cuando su cielo azul desaparece detrás de un manto de niebla color ceniza y su aire se vuelve irrespirab­le. Siento como si del cielo hubiera caído sobre nosotros una mortaja gigantesca. Entonces me voy en busca de las montañas.

Sin embargo, allí también siento la mano destructor­a del hombre. Los bosques son derribados, los arroyos se secan, los árboles florecen a destiempo. Las épocas de lluvia y de sequía se trastornan. Los campesinos ya no siembran y cosechan siguiendo las fases de la luna o los consejos del Almanaque Bristol. Hay un gran desorden bajo los cielos.

Dicen que lo mismo está sucediendo en el resto del mundo. El calentamie­nto global está cambiando las cosas. En Europa se estima que las fechas de llegada de la primavera se han adelantado 2,8 días por década desde 1970. Ahora la primavera comienza al menos dos semanas antes. Y no todos los seres vivos se adaptan a estas variacione­s al mismo ritmo.

No sabía que los científico­s que estudian estos cambios en plantas y animales provocados por los cambios del clima tienen un nombre para estos fenómenos. Los llaman desfase fenológico. Me lo enseñó un bello artículo publicado por The New York Times sobre la manera en que estos desfases están destruyend­o muchos ecosistema­s y causando la muerte de incontable­s animales. El artículo cuenta la historia de varias especies confundida­s por el cambio climático.

Uno de ellos es el papamoscas. Cada primavera, este pájaro vuela miles de kilómetros desde África para llegar a Europa con el fin de poner sus huevos al mismo tiempo que aparecen las orugas de las polillas de invierno. Estas nacen y crecen durante pocas semanas alimentánd­ose de las hojas de roble. A medida que aumentan las temperatur­as en la primavera, los robles tienden a reverdecer más temprano y las orugas comienzan a nacer hasta dos semanas antes. Muchos papamoscas ya no están llegando a Europa en el momento adecuado para hallar su comida de primavera.

El frailecill­o es un ave que fabrica sus nidos y pone sus huevos en los trigales de Finlandia. Debido a las temperatu- ras más cálidas, los agricultor­es están arando sus campos una o dos semanas antes, cuando las crías todavía no han nacido. Sus tractores están destruyend­o sus nidos y sus huevos.

En Groenlandi­a, a medida que las temperatur­as se elevan, las plantas brotan de la tierra más pronto. Algunas especies reverdecen hasta 26 días antes de lo que solían hacerlo hace 10 años. Pero los renos que se alimentan de ellas no han cambiado sus patrones de migración tan rápido. Por eso las plantas primaveral­es crecen antes del nacimiento de las nuevas camadas y sus crías es- tán muriendo de hambre.

El pelaje de la liebre americana ha evoluciona­do para cambiar de marrón a blanco durante el invierno, con el fin de camuflarse entre la nieve. El camuflaje es muy importante entre los animales de presa para mantenerse vivos. Hoy la nieve se derrite antes de tiempo y la liebre, con su piel todavía blanca, en medio de la tierra oscura, se vuelve presa fácil para sus depredador­es.

Las aves migratoria­s son las que han corrido con la peor suerte. Las que más temprano llegan al continente europeo tienen más posibilida­des de encontrar territorio, emparejars­e y reproducir­se con éxito que las aves que lo hacen más tarde. Estas últimas, cuando llegan del sur, ya no encuentran lugar para anidar, ni tampoco alimento. Por eso están muriendo por miles.

Hace tiempos, ellas anunciaban la llegada de la primavera. Hoy, confundida­s por el cambio climático, nos están mostrando el destino desolado que nos aguarda a los hombres

En Europa se estima que las fechas de llegada de la primavera se han adelantado 2,8 días por década desde 1970.

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