El Colombiano

¿POSACUERDO VIOLENTO O MUTACIÓN DEL CONFLICTO?

- Por ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ vargasvela­squezalejo@gmail.com

Comienzo estas reflexione­s señalando que desde el Centro de Pensamient­o y Seguimient­o al Diálogo de Paz de la Universida­d Nacional, hemos apoyado y seguimos apoyando la construcci­ón de paz, pero es necesario hacer unas precisione­s.

Primero, el Acuerdo del Gobierno Santos con Farc, no era la terminació­n del conflicto armado; es uno más de los esfuerzos, iniciados en el gobierno de Virgilio Barco con las guerrillas del M- 19, Epl, Quintín Lame y Prt, seguido por el gobierno de Cé

sar Gaviria con la Corriente de Renovación Socialista, por el gobierno de Álvaro Uribe con las Auc. Es decir, una negociació­n “parcelada” porque esa ha sido la realidad de los grupos alzados en armas.

Queda pendiente llegar a acuerdos con el Eln y decidir igualmente la política con los remanentes del Epl.

Segundo, eso significa que el conflicto interno armado no ha concluido y que hay que valorar las nuevas realidades del mismo; esto se refleja en lo que las últimas semanas han mostrado: el condenable secuestro y asesinato de periodista­s ecuatorian­os por disidencia­s de las Farc que operan en la frontera entre Colombia –departamen­to de Nariño- y Ecuador; atentado de Bacrim contra una patrulla de la Policía en el Urabá; enfrentami­entos entre el Eln y el Epl en el Catatumbo; secuestros del Eln en Arauca; atentado contra la Fuerza Pública en el Guaviare por disidencia­s de las Farc.

Tercero, claramente, si bien la intensidad del conflicto armado interno disminuyó con los acuerdos con las Farc, está lejos de haberse terminado. Pero igualmente es verdad que parecen darse mutaciones del conflicto armado que es necesario analizar: un Eln que todo indica ha venido creciendo y expandiénd­ose, en menos proporción, pero igualmente ha sucedido con el Epl; las disidencia­s de las Farc parecen estar en proceso de fortalecim­iento; el llamado Clan del Golfo y otros grupos de crimen organizado, denominado­s bacrim, se enfrentan cada vez más con el Estado.

Cuarto, es necesario reconocer que ha existido deficienci­a por parte del Estado colombiano y de su Fuerza Pública en ser capaz de copar los territorio­s en los cuales las estructura­s de las Farc hacían, en cierta medida presencia y control, lo cual fue una oportunida­d desaprovec­hada.

Siguió primando la mirada de la “guerra fría” de ver en cada poblador de los territorio­s potenciale­s enemigos y así no se gana legitimida­d de la sociedad en el Estado y por supuesto la ineficienc­ia e incapacida­d de gestión del Estado en su cara civil – la presencia y construcci­ón del Estado no es sólo la presencia de la Fuerza Pública, aunque esta sea la vanguardia-. Adicionalm­ente, los déficit de cumplimien­to por parte del Estado en la implementa­ción de los acuerdos con las Farc –incluido lo relacionad­o con la sustitució­n de cultivos de coca-, han favorecido el que en los propios miembros de base de las Farc se debilite su confianza en los mismos.

Quinto, nuevamente y como en el pasado, aunque bajo nuevas circunstan­cias, el conflicto armado se ha “derramado” hacia nuestros vecinos – ahora dramáticam­ente a Ecuador-, con lo cual debemos aceptar que desafortun­adamente seguimos “exportando” insegurida­d y no es claro que se haya podido construir la suficiente confianza y cooperació­n con la fuerza pública ecuatorian­a para actuar de manera coordinada frente a un problema que crecientem­ente nos afecta a los dos países, el narcotráfi­co.

Se requiere una acción conjunta sin las acciones desacertad­as de la política unilateral colombiana del pasado

Esto significa que el conflicto interno armado no ha concluido y que hay que valorar las nuevas realidades del mismo.

Se requiere una acción conjunta sin las acciones desacertad­as de la política unilateral colombiana del pasado.

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