LA DISCIPLINA COMO CAMINO HACIA LA LIBERTAD
Querido Gabriel,
Te propongo que hablemos con tu grupo sobre la disciplina. Una palabra que genera sentimientos encontrados y controversias, pero que es tan necesaria para la salud, el trabajo, la convivencia y la vida plena.
La disciplina está emparentada etimológicamente con la educación. Al igual que discípulo, viene del latín discere, que significa aprender. A mí me choca un poco porque a veces se usa para significar obediencia ciega, imitación o conformismo, pero sé que no podría vivir sin los hábitos que emanan de ella.
Algunos la temen porque podría implicar coartar la libertad individual y muchos la usan para controlar a otros alrededor de ciertas ideas o valores. En educación se habla siempre del balance entre disciplina y libertad en el espacio escolar. ¿Pero has pensado que se necesita hasta para las cosas más simples de la vida diaria?
Hace poco conocí la prestigiosa Universidad de Zamorano en Honduras. Un centro reconocido por haber educado a los más importantes profesionales del agro de las Américas. Tenía curiosidad por su modelo de aprender haciendo, que ahora se aplica, para bien, en colegios de todo el mundo.
Es interesante por donde se la mire, luego te contaré más sobre ella. Pero la mayor sorpresa fue encontrar una mística organizacional que lo abarca todo y a todos. Allí viven en un ambiente de compromiso y vocación que llega a directivos, docentes, estudiantes y empleados de apoyo. “Ser Zamorano” implica una cultura de trabajo y constancia que recuerda a una orden monástica. Por medio de repetición y reglas claras, aprenden a vivir bajo los preceptos de lo que llaman su currículo invisible. Por supuesto que tanto esfuerzo, madrugadas y exigencia aplicados a la educación han sido polémicos, pero no se puede negar que son efectivos; educan personas capaces, decentes y comprometidas.
Carlos Eduardo, egresado y ahora directivo, explica que para él la disciplina es la base de la libertad. “… te resuelve el problema de las resistencias interiores a acometer las acciones diarias. Contraresta la procrastinación, ordena tus días y tus cosas. Te ahorra tiempo, te ayuda a cumplir compromisos y a hacer las cosas en la debida forma”, escribió recientemente.
Los invito a pensar esto: ¿Cómo podríamos ayudar para que aprendiéramos desde pequeños a comer lo justo, cuidar nuestro cuerpo, hablar lo debido y dormir lo necesario? ¿ Qué tal si además aprendiéramos tempranamente a ser puntuales, saludar, cumplir lo prometido y seguir las normas? Simples pero poderosos aprendizajes que, de multiplicarse, llevarían a nuestra sociedad a otro nivel.
Voy a intentar traducir unas palabras de Krishnamurti, para introducir la conversación: “…si quieres ser libre, y todos los seres humanos deben ser completamente libres - o si no no podrían florecer ni ser verdaderos seres humanos – debes comprender por tus propios medios lo que significa ser ordenado, puntual, amable, generoso y vivir sin temores. Así descubrirás la disciplina que genera el orden”. ¿Qué tal hacer una tertulia con nuestros amigos educadores, empresarios y políticos, sobre disciplina, orden y libertad?
Se despide, tu contertulio epistolar
“Ser Zamorano” implica una cultura de trabajo y constancia que recuerda a una orden monástica. Por medio de repetición y reglas claras, aprenden a vivir bajo los preceptos de lo que llaman su currículo invisible.