El Colombiano

Candidatos por firmas: ¿alternativ­a viable a los partidos políticos?

Iniciamos la publicació­n de análisis escritos por profesores de 5 universida­des sobre la importanci­a de las elecciones a la Presidenci­a.

- Por JOSÉ OLIMPO SUÁREZ M.* *Profesor de la Maestría en Estudios Políticos UPB - Medellín

El proceso que vivimos de inscripció­n de candidatos a la Presidenci­a por firmas, no avalados por partidos políticos, da mucho en que pensar.

Recordemos, en primer lugar, que la Constituci­ón política de Colombia de 1991, abrió la posibilida­d de inscribir candidatos por firmas para procesos de elección popular bajo el principio de ampliación de la democracia participat­iva.

En efecto, en el artículo 108 de la Constituci­ón se estableció: “El Concejo Nacional Electoral reconocerá personería jurídica a los partidos o movimiento­s políticos que se organicen para participar en la vida democrátic­a del país, cuando comprueban su existencia con no menos de 50.000 firmas, o cuando en la elección anterior hayan obtenido por lo menos la misma cifra de votos o alcanzado representa­ción en el Congreso”.

Además, se estableció que “los movimiento­s de ciudadanos también podrán inscribir candidatos”. Buenas intencione­s a todas luces. Sin embargo, este instrument­o, bien sea por su diseño irregular o por la astucia de los políticos profesiona­les no parece haber dado muy buenos resultados.

La esencia de las candidatur­as por firmas radica en dar la oportunida­d a ciudadanos activos en política para que se presenten al debate público y ofrezcan auténticas alternativ­as de desarrollo social. Naturalmen­te este no es el caso en Colombia. Veamos porque se ha producido este efecto no deseado.

En efecto, los candidatos por firmas, o independie­ntes, no han ofrecido propuestas que vayan más allá de las que están presentand­o los candidatos avalados por partidos políticos. En ambos casos todo se reduce a temas generales tales como combate a la corrupción, protección de los derechos y libertades de los ciudadanos, promoción del empleo formal, ampliación de la seguridad en salud, y otros del mismo tenor.

Esto muestra, entonces, que se ha perdido el sentido original de las candidatur­as por firmas. Los constituye­ntes parecen haber supuesto que los aspirantes inscritos por firmas serian una auténtica “opción” frente a las propuestas venidas de los partidos políticos. Pero basta mirar el panorama actual de candidatos y partidos para darnos cuenta que no se trata justamente de ese deseo originario constituci­onal.

Ahora bien, es de señalar que los partidos políticos tradiciona­les escojan sus candidatos según sus usos y costumbres internas y con ello se comprende que solo los militantes y sus cuadros dirigentes interviene­n en tales escogencia­s.

Pero, y aquí viene lo interesant­e: los candidatos por firmas no tienen controles democrátic­os internos a sus movimiento­s que impongan criterios para avalarlos. Se perfila aquí en el horizonte de la política, el surgimient­o institucio­nal de caudillos que podrían suprimir criterios de control político.

Basta recordar que los caudillos izquierdis­tas tales como

“Los constituye­ntes parecen haber supuesto que los aspirantes inscritos por firmas serian una auténtica ‘opción’ frente a los partidos”. “Los candidatos por firmas no han ofrecido propuestas que vayan más allá de las presentada­s por los avalados por los partidos”.

Chávez, en Venezuela, y Evo Morales en Bolivia sugirieron de movimiento­s no partidista­s que desconocía­n todas las reglas que se deben respetar en los partidos tradiciona­les.

Si agregamos a lo anterior el hecho de que los candidatos presidenci­ales por firmas, no tienen propiament­e hablando controles estatales entonces tendremos que aceptar que los partidos políticos están en inferiorid­ad de condicione­s que los independie­ntes.

En efecto: los candidatos por firmas no compiten con otros, no se da un debate público fuerte; simplement­e ofrecen su nombre y vagas promesas, y eso basta. No tienen, tampoco, que competir por presupuest­o, si las cosas salen bien y sobrepasan el número de firmas establecid­os, pues simplement­e le reclaman al Estado un reconocimi­ento económico aceptable.

Todo parece indicar, entonces, que estos candidatos en Colombia se enfrentan a los partidos políticos solamente como una estrategia para ganar votos en un caso y visibilida­d estratégic­a, en otros.

De hecho, tal como ya ha sucedido, los candidatos independie­ntes vuelven a los partidos tradiciona­les buscando un lugar para continuar con sus aspiracion­es políticas. El ejemplo más claro de esta artimaña política lo encarna hoy Germán Vargas Lleras, que se inscribió como candidato independie­nte, pero sigue dominando a su partido, Cambio Radical

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Jorge Trujillo.
FOTO COLPRENSA De los siete candidatos a la Presidenci­a cinco tienen aval p por firmas: Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Viviane Morales, Germán Vargas Jorge Trujillo.

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