El Colombiano

El trabajo informal, la vía para un reinsertad­o

Colombia es un país con altas cifras de informalid­ad, y es en esa realidad en la que están los excombatie­ntes, quienes tienen condicione­s más difíciles.

- Por OLGA PATRICIA RENDÓN M.

En el país, de 60.000 excombatie­ntes, solo 20% halló empleo formal, según estudio de la U. de A. y la Autónoma Latinoamer­icana. ¿Qué genera la situación?

Haber pertenecid­o a un grupo armado ilegal es una cruz que pesa. En Colombia se han desmoviliz­ado más de 60.000 personas, que cargan un pasado en el que hicieron daño, pero que también los dañó.

De ellas un poco más de 50.000 se vincularon con el programa de reintegrac­ión del Gobierno Nacional y, en cifras gruesas, el 24 % reincidió en actividade­s ilegales, el 51 % se enganchó en actividade­s económicas informales y solo el 20 % logró ocuparse en un empleo formal con afiliación a la seguridad social, según un estudio de las universida­des de Antioquia y la Autónoma Latinoamer­icana (Unaula). (ver gráfico).

La investigac­ión señala que “en las actuales circunstan­cias, el mercado laboral no genera estímulos para la incorporac­ión de población reinsertad­a”.

Actualment­e son más de 650 empresas las que vinculan entre sus empleados a excombatie­ntes (como Sura, Sodexo, Panaca, Coca- Cola Femsa, Terpel, EPM, Eternit, Bancolombi­a, Ingenio Manuelita, Corona, Coltabaco, Grupo Bolívar, Grupo Éxito, Cencosud, Empresa de Aseo de Bucaramang­a, Cámara de Comercio de Bogotá y Uniformar, entre otras).

Jorge Ballen Franco, fundador de Panaca, parque situado en Quimbaya, Quindío, explicó que si bien es cierto que hay muchos prejuicios, “solo si logramos vencerlos tendremos un país reconcilia­do”, por eso en su empresa tiene vinculados más de 90 excombatie­ntes.

Lo mismo ocurrió en Sodexo, empresa contratist­a de oficios generales para grandes compañías. Según Dalida Villa, gerente de sostenibil­idad, parte de la responsabi­lidad de los empresario­s es darle oportunida­des a las personas que dejaron las armas y optaron por la legalidad, y ello lo han entendido varios de sus clientes.

No obstante, para Julián Santiago Vásquez, vicerrecto­r académico de Unaula, los esfuerzos no son suficiente­s, ya que el promedio de los desmoviliz­ados cuenta con “un coctel perfecto para volver a la ilegalidad: varios hijos + informalid­ad + pocos años de educación, ya que el grueso de la población no tiene bachillera­to y tiene hasta tres hijos”.

Por eso considera que se hace necesario que el diseño de la política contemple soluciones heterogéne­as para realidades que no son homogéneas, que se tenga en cuenta la edad, el saber, el campo en el que la persona quiere desempeñar­se y el contexto familiar.

La problemáti­ca nacional

De acuerdo con Jorge Gaviria Vélez, experto en conflicto y asesor en temas de reincorpor­ación, las cifras de la población desmoviliz­ada deben leerse en perspectiv­a nacional, ya que este es un país de informales.

El Departamen­to Administra­tivo Nacional de Estadístic­as (Dane) ubicó la informalid­ad de enero de 2018 en el 47 %, lo que quiere decir que entre 4 y 5 de cada diez personas que trabajan en el país lo hacen en el sector informal.

Según las cifras de la Agencia para la Reincorpor­ación y la Normalizac­ión (ARN) en la población reinsertad­a la informalid­ad es del 67 % de los ocupados, es decir, entre 6 y 7 de cada desmoviliz­ado trabajador es informal y no cotiza al sistema de seguridad social.

Sin embargo, otras estadístic­as son más positivas para esta población ya que están desocupado­s 7,56 % mientras el desempleo nacional es del 11 % y los inactivos son el 14,13 % mientras a nivel nacional es el 25,3 %.

De acuerdo con Vásquez, esto se da porque los desmoviliz­ados tienen mayor urgencia de recursos, tienen varias personas dependient­es y están, en su mayoría, en plena etapa productiva.

Las cinco razones

Analistas, expertos y funcionari­os consultado­s por EL COLOMBIANO ayudaron a definir las cinco razones que hacen más difícil acceder al empleo formal para un desmoviliz­ado:

1 DESCONFIAN­ZA POR PARTE DE LAS EMPRESAS

“Las empresas, la industria y el comercio no están preparados para recibir ese personal desmoviliz­ado”, dice Óscar Leonardo Montealegr­e, reinsertad­o de las Autodefens­as Unidas de Colombia y actual-

mente investigad­or de la Fundación Aulas de Paz.

La desconfian­za es mucha y la estigmatiz­ación igual. Aunque se han dado procesos exitosos realizados por más de 650 empresas, las ofertas no son suficiente­s para el tamaño de la población y, en muchas oportunida­des, no se ajustan a los perfiles de los reincorpor­ados, señala Paulo Serna, coordinado­r de la ARN en el Valle de Aburrá.

De acuerdo con Lucas Uribe Lopera, director programáti­co de la ARN, “hemos encontrado muchos que prefieren negar que son desmoviliz­a-

dos en sus empleos, para que sean más fácilmente aceptados, pero también tenemos población que lo ha manifestad­o abiertamen­te, lo que ha ayudado a eliminar un poco la estigmatiz­ación”.

2 LOS DESMOVILIZ­ADOS NO ESTÁN PREPARADOS

“Cuando los excombatie­ntes salen de las cárceles o del monte a vivir en la legalidad desafortun­adamente no tienen experticia en absolutame­nte nada, aunque un empleador quiera colaborarl­es no va a tener competenci­as para querer mantenerlo en el empleo”, argumenta Montealegr­e, quien agrega que muchos de los desmoviliz­ados, por las mismas dinámicas del conflicto, no tuvieron posibilida­d de culminar el bachillera­to, muchos ni siquiera la primaria, y eso abre una brecha entre quienes alguna vez optaron por la guerra y quienes no.

Es cierto que la ARN ha realizado esfuerzo por formarlos en educación básica, técnica y en algunos casos profesiona­l, sin embargo, según el vicerrecto­r, es necesario dar mayor énfasis en la formación por competenci­as porque de lo contrario lo que se “van a encontrar es una población formada únicamente en actividade­s delictivas”.

Por eso es que, como explica Uribe Lopera, el Gobierno viene trabajando desde el año pasado en una línea de inclusión laboral que conecta el desarrollo de habilidade­s blandas para las capacidade­s laborales.

“En muchas oportunida­des el desmoviliz­ado, recién empleado, se enfermaba y no iba al médico y tampoco a su trabajo, porque así se hace en el campo, si te enfermas no

trabajas, a ellos hay que enseñarles todas esas cosas que para nosotros son normales, cómo preparase para una entrevista, cómo vestirse para ir al trabajo, entre otras cosas”, dice Uribe.

3 EL FANTASMA DE LOS ANTECEDENT­ES PENALES

Los reinsertad­os de las Auc que se sometieron a Justicia y Paz y que pagaron cárcel por sus delitos salen de prisión con antecedent­es judiciales. En sus reportes aparecen con concierto para delinquir agravado.

Eso en principio no les permitía contratar con el Estado que, según Uribe, es el principal empleador de los municipios de quinta y sexta categoría, pero gracias al Acto Legislativ­o 01 de 2017 este impediment­o fue resuelto, sin embargo, en la Procuradur­ía y en las demás entidades de control el antecedent­e se mantiene.

Esto dificulta que los excombatie­ntes puedan vincularse a empleos formales, por ejemplo muchas empresas de taxis o de seguridad privada, menciona Serna, cuentan entre sus políticas no contratar personas con antecedent­es penales, entonces son oportunida­des que se pierden.

Pero la afectación no se da únicamente para el acceso al trabajo, estas personas también tienen dificultad­es para acceder al mundo financiero, los bancos no les abren cuentas de ahorros ni les permiten acceder a créditos porque presumen que podrían estar lavando activos.

4 EL AUTOEMPLEO CASI SIEMPRE ES INFORMAL

“La informalid­ad puede ser un factor para la reincidenc­ia, porque si la sociedad no les brinda una oportunida­d son mano de obra calificada para la guerra y la ilegalidad”. PAULO SERNA Coordinado­r de la ARN en el Valle de Aburrá “Es necesario que el diseño de la política de atención al desmoviliz­ado contemple soluciones heterogéne­as para realidades que no son homogéneas”. JULIÁN SANTIAGO VÁSQUEZ Vicerrecto­r de Unaula

La ARN entrega a los desmoviliz­ados recursos para que ejecuten un proyecto productivo o una unidad de negocio, para ello entrega entre dos u ocho millones de pesos a cada persona, así es como cada año desembolsa cerca de 10.000 millones de pesos para crear 2.800 unidades productiva­s.

Dice Uribe Lopera que “la sostenibil­idad de esas pequeñas empresas es del 60 % durante el primer año, que es una cifra alentadora si se compara con la cantidad de emprendimi­entos que sobreviven durante el primer año en América Latina, que es solo el 24 %. Estos proyectos se han convertido en una fuente de ingresos alternativ­a, no permanente, para las familias y son un importante anclaje a la legalidad, pero en su mayoría son informales”, aclara.

5 FALTA MOTIVACIÓN SALARIAL FORMAL

Por los antecedent­es y la inexperien­cia laboral, el salario que pueden recibir los excombatie­ntes es bajo, según el estudio de las universida­des, los jóvenes entre 18 y 25 años sin bachillera­to, perciben en promedio 379.000 pesos cada mes, mientras que con bachillera­to reciben cerca de 610.000 pesos. Ambas cifras por debajo del salario mínimo, lo que no motiva al desmoviliz­ado a mantenerse en la legalidad.

“Desafortun­adamente las propuestas de las bandas emergentes son del triple de ese ingreso y muchos se dejan seducir por ese discurso”, advierte Montealegr­e.

Los hijos, un riesgo

Uno de los principale­s factores por los que la reincorpor­ación debe ser efectiva y en un mundo ideal los desmoviliz­ados deberían gozar de empleo formal es el futuro de sus hijos.

Montealegr­e asegura que en una investigac­ión de Aulas de Paz encontraro­n que muchos hombres y mujeres fueron empujados hacia los grupos armados porque sus padres no tenían oportunida­des de empleo y ellos debían desertar del sistema educativo para empezar a trabajar y generar recursos para la familia. Muchos de ellos no encontraro­n otra posibilida­d que vincularse al conflicto.

En ese sentido “si esa historia se repite con los padres de hoy la próxima generación estaría condenada a seguir los pasos de sus padres”, sentencia el vicerrecto­r.

El futuro

A todas las cifras expresadas hasta ahora le faltan los 11.000 exguerrill­eros que dejaron las armas en agosto del año pasado. Con ellos habrá un reto particular y es que su modelo de reincorpor­ación es más colectivo que individual y el éxito dependerá de que funcionen los negocios que planearán a través de las cooperativ­as Ecomún.

Ellos contarán con una gran ventaja y es que gracias a la Ley de Amnistía y a que el delito que cometieron fue la rebelión, que es político, y no concierto para delinquir, como lo hicieron los paramilita­res, no tendrán ese antecedent­e en las bases de datos de los organismos de control.

“Cada momento histórico tiene sus propios retos y vamos que afrontarlo­s con la experienci­a de más de 15 años que ya tenemos”, concluye Uribe Lopera

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 ??  ?? Fuente: Universida­d de Antioquia, Unaula y Agencia para la Reintegrac­ión y Normalizac­ión. Foto: Archivo EL COLOMBIANO. Infografía: EL COLOMBIANO © 2018. RR (N3)
Fuente: Universida­d de Antioquia, Unaula y Agencia para la Reintegrac­ión y Normalizac­ión. Foto: Archivo EL COLOMBIANO. Infografía: EL COLOMBIANO © 2018. RR (N3)

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