DEMOCRACIA FEROZ
El sábado pasado el editorial del periódico El Tiempo trató sobre el llamado “cartel de los locos”. Una sofisticada red delictiva en la que, según la Fiscalía, intervienen médicos generales, psiquiatras y psicólo- gos para dictaminar alrededor de 500.000 pacientes como enfermos mentales, sin serlo, e incapacitarlos de por vida. Un nuevo cartel, un nuevo caso de corrupción, y seguimos cómo si nada.
A propósito de esto, acabo de leer el libro “Democracia feroz” del escritor y profesor de Eafit Gustavo Duncan, en el que se detalla cómo se dan las relaciones entre los ciudadanos y la clase política. Duncan demuestra manera con cifras que nuestra sociedad sigue atrapada por una clase política que controla los recursos públicos con el fin de conseguir votos en las elecciones. De igual forma, ciertos políticos apoyan y defienden la informalidad en algunos sectores con el mismo objetivo. Deja entrever el profesor, como un número importante de actividades informales e ilícitas son toleradas por una gran parte de la sociedad. Es tal la debilidad de muchas de las instituciones que quienes operan estas rentas ilegales domi- nan y conocen en detalle cuál es la capacidad real de intervención estatal, que es mínima, y por eso se atreven a operar negocios ilegales tan grandes y rentables.
Se calcula que la economía informal en Colombia genera 10 % más de empleo que la economía formal. Una cifra escandalosa, que debe hacernos reflexionar sobre qué medidas debería tomar el próximo presidente para lograr una mayor formalización. Debemos buscar medidas para disminuir este flagelo que dificulta que las empresas compitan de igual a igual, pues la carga tributaria es alta, y en la informalidad no se pagan impuestos ni seguridad social, y buena parte del negocio está dominado por redes ilegales que se aprovechan de la vulnerabilidad de las clases más bajas para jalonar estas economías. El profesor Duncan plantea que parte del poder político protege el clientelismo, la contratación pública, el contrabando, la in- formalidad y las economías criminales, o en su defecto son protegidos por grupos al margen de la ley, situación que debemos todos repudiar ya que evidentemente es la demostración de que hoy para llegar al poder todo es válido.
Urge una gran estrategia de cambio cultural en nuestra sociedad, acompañada de instrumentos que permitan estimular a quienes quieran acogerse a prácticas transparentes y formales que ayuden a que este país siga avanzando. El papel de nosotros como ciudadanos consumidores es definitivo y no debe estar en la doble moral cuando por ahorrarnos unos pesos compramos el repuesto de segunda del vehículo sin saber si fue robado, la loción en un sitio que tenemos dudas de si es contrabando o cuando votamos por el político que hemos escuchado le rondan muchos comentarios sobre corrupción.
Todos queremos un mejor país, estamos aterrados de la corrupción rampante en Colombia, pero también hay que decirlo, muchos son actores partícipes indirectos de todos estos hechos sin tomar medidas, cosas tan simples como no comprar en lugares de dudosa reputación, donde no entregan la factura. Si nos aterroriza lo que está pasando lo mínimo que debemos hacer es no formar parte de estos círculos ya sea como compradores o votantes.
Felicitaciones al profesor Duncan por el libro. Vale la pena leerlo
Se calcula que la economía informal en Colombia genera 10 % más de empleo que la economía formal. Una cifra escandalosa.