El Colombiano

“El aumento en la cotización Brent es un alivio para las finanzas del Gobierno y, en general, es una buena noticia. Sin embargo, surgen dudas frente a la volatilida­d de esos recursos”.

El aumento en la cotización Brent es un alivio para las finanzas del Gobierno y, en general, es una buena noticia. Sin embargo, surgen dudas frente a la volatilida­d de esos recursos.

- ESTEBAN PARÍS

Esta semana coinciden dos eventos importante­s para la actividad petrolera. El primero es un hecho histórico, los 100 años de la industria petrolera en Colombia. El segundo es un hecho de mercado, en la semana se han alcanzado de nuevo máximos en el precio internacio­nal del crudo (el martes la cotización Brent rozó los $ 75 dólares por barril), los más altos desde noviembre de 2014. Esta coincidenc­ia suscita una reflexión sobre el papel de esa actividad centenaria en el presente y futuro de la economía colombiana.

La industria petrolera se inició con el descubrimi­ento de Infantas el 29 de abril de 1918, en el Valle Medio del río Magdalena. El campo hacía parte de la concesión de Mares que había sido cedida a la Tropical Oil Company. Los activos revertidos en 1951, al finalizar la concesión de Mares, dieron origen a Ecopetrol. Un siglo después, el petróleo es fundamenta­l en la economía colombiana. Se trata del principal producto de exportació­n colombiano con una participac­ión de 33-55% en el valor total exportado entre 2000-2017. Su participac­ión en el PIB ha sido de alrededor del 5% y en los ingresos del gobierno central llegó a ser (en 2013) de casi el 20%. Además, Ecopetrol es por su tamaño en activos la mayor empresa del país.

El aumento en la cotización Brent es un alivio para las finanzas del gobierno y, en general, es una buena noticia. Sin embargo, surgen dudas frente a la volatilida­d de esos recursos. Otro tipo de preocupaci­ón se refiere al impacto sobre la economía que puedan tener las entradas de capital externo que acompañan esas bonanzas. Hoy hay un tema nuevo en el debate público, quizá más de largo plazo y se refiere al futuro mismo de la actividad petrolera en un mundo que se está moviendo hacia otro tipo de energía.

En esta ocasión el aumento en el precio se debe a los esfuerzos de los países productore­s que han contenido la oferta y a las dificultad­es de diversa índole que atraviesan grandes exportador­es (Irán, Libia, Venezuela). El impulso reciente del crecimient­o global incrementó la demanda y contribuye a consolidar un escenario de precios altos. Sin embargo, en un mundo tan complejo como el del mercado petrolero, puede iniciarse súbitament­e un período de volatilida­d, en el cual cualquier cambio en la oferta o la demanda, produce grandes cambios en el precio. Es esa la razón de la prudencia en las cuentas acerca del tamaño de los ingresos esperados por la subida del precio.

Si se consolida una situación de precios altos de petróleo, el escenario macroeconó­mico se modifica nacional e internacio­nalmente. Acá puede surgir, como en el pasado, una excesiva dependenci­a del petróleo que mine las posibilida­des de una oferta exportable competitiv­a y de participar en las cadenas de valor mundiales. Volvería a surgir la necesidad de ahorrar las bonanzas y modular el gasto, también de aprovechar­las mejor y propiciar al tiempo el desarrollo de otras actividade­s, como lo ha logrado Noruega.

Por último, hay que tener conciencia de la necesidad de hacer una transición energética basada cada vez más en energías renovables, ante las nuevas tendencias en los patrones de consumo que hoy comienzan a percibirse. Esta transición que lleva tiempo debería financiars­e con recursos del petróleo y sería iluso no hacerlo.

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