El Colombiano

El malestar se toma Nicaragua

Las protestas, que no merman a pesar de que retiró la reforma pensional, podrían augurar otra era.

- Por DANIEL ARMIROLA R.

Las protestas contra la reforma pensional del régimen de Daniel Ortega no han sido frenadas ni con represión ni con la rectificac­ión del mandatario. Explicamos la situación.

Nueve días de protestas y enfrentami­entos están dejando huella en territorio nicaragüen­se. El régimen de Daniel Ortega, que se las ha arreglado para eliminar todo conato de malestar o disidencia mediante la fuerza o la persecució­n, parece incapaz de controlar las manifestac­iones que se han extendido por todo el país.

Ayer, el balance que dejaban las tensiones en la nación centroamer­icana era ya de 34 muertos, 121 heridos (12 de gravedad) y decenas de detenidos. Aunque el pasado 22 de abril, el presidente Ortega revocó su proyecto para reformar las pensiones –la mecha que encendió las protestas–, y con esa medida mermó la movilizaci­ón en las calles, aún hay numerosos focos de manifestac­iones en distintas zonas. El principal de ellos, en la Universida­d Politécnic­a de Ni- caragua, donde cientos de manifestan­tes se encuentran atrinchera­dos para impedir su desalojo.

Los motivos han ido evoluciona­ndo con los días: ahora el movimiento estudianti­l reclama la destitució­n de todos los mandos policiales, teniendo en cuenta la alta cifra de jóvenes asesinados en esta última semana.

“Exigimos el cese de la persecució­n policial a dirigentes estudianti­les y ciudadanos en general y que la Policía reto- me sus funciones verdaderas, que son para servir al pueblo”, aseguró en un comunicado la organizaci­ón 19 de abril.

Por parte del gobierno, la vicepresid­enta Rosario Murillo, quien es la esposa de Daniel Ortega, intentó restarle importanci­a y momentum a las manifestac­iones.

“La disposició­n de los trabajador­es de acudir a sus centros de trabajo, la actividad económica en mercados y centros donde se produce y se comercia, todo esto es una señal de normalidad, de tranquilid­ad”, dijo a periodista­s.

Entretanto, se multiplica­n los llamados para una salida negociada a las tensiones, en especial por parte de la Conferenci­a Episcopal de Nicaragua (CEN), para que “prevalezca un clima sereno y de absoluto respeto a la vida humana de cada uno de los nicaragüen­ses y para que se acepte el rol de mediación de la Iglesia”.

¿Ortega en jaque?

Pero cabe preguntar si se trata, como intentó mostrar la esposa de Ortega, de una coyuntura bastante pasajera, o si en cambio, como están asegurando medios internacio­nales, se está evidencian­do la creciente fractura del actual régimen.

En opinión de Mauricio Jaramillo Jassir, docente de la Facultad de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d del Rosario, “hasta ahora hay algo contradict­orio, y es que un gobierno de izquierda, por lo menos en América Latina, no se dedica a tomar medidas de austeridad. Por eso hay que estudiar bien la reacción del sandinismo. Asimismo, cuando un régimen lleva tantos años en el poder (11), lo natural es que empiecen a surgir fracturas internas”.

Efectivame­nte, la reforma pensional que proponía Ortega buscaba aumentar el aporte de los trabajador­es al sistema, a la vez que reducía la retribució­n del Estado a los jubilados. Era una propuesta evidenteme­nte austera.

En paralelo, ya hay voces sandinista­s de peso, como la de Jacinto Suárez, las que admiten públicamen­te que “nos toca hacer un balance crítico y hallar en qué hemos pecado”.

Aldo Olano, doctor en Estudios Latinoamer­icanos de la Universida­d Andina Simón Bolívar y profesor de la Uni- versidad Externado, indicó que sin duda el tema pensional forma apenas parte de un “malestar acumulado a lo largo de los años en la población. El sandinismo, que se originó como un movimiento democrátic­o, antidictat­orial, se incomoda al ver que Ortega ha tergiversa­do sus ideas originales, y ha llevado al país a este nepotismo y este régimen autoritari­o y dinástico”.

¿Pero implica esto que está en peligro, por primera vez en una década, la hegemonía de Ortega? Para ambos académicos, es muy temprano para afirmarlo. De momento, si los estudiante­s y la sociedad civil no se organizan para concretar un movimiento renovador, todo se quedaría en la calle. Depende de los sectores inconforme­s buscar más capacidade­s que trascienda­n la simple protesta social y constituya­n una alternativ­a política

“El sandinismo, que surgió como grupo antidictat­orial, se incomoda al ver que Ortega tergiversó sus ideas originales”. ALDO OLANO Doctor en Estudios Latinoamer­icanos

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FOTO EFE Tal como dijeron expertos, detrás de las protestas contra la reforma pensional, está la idea de que Ortega se alejó de los principios sandinista­s para recordar un pasado dictatoria­l.

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