La Colombia que recibirá el nuevo presidente
El reto será, con el desgaste fiscal en temas sociales, ver qué programas mantiene. La percepción de corrupción será un obstáculo.
Con unos indicadores estables y en crecimiento en infraestructura y tecnología, el próximo inquilino de la Casa de Nariño deberá reformular varios proyectos que han desgastado fiscalmente al Gobierno en los últimos ocho años. En la lista de deberes pendientes se incluyen varias reformas como la de justicia, salud y pensiones, en medio del fantasma creciente de la corrupción. Presentamos el panorama.
Al margen de la visión de país que se ha mostrado a lo largo de la campaña política, las cifras puras y duras muestran que el próximo inquilino de la Casa de Nariño asumirá en un país con indicadores de crecimiento sostenido, aunque no extraordinarios.
El acceso a servicios públicos, como acueductos, alcantarillado y energía, creció en comparación a las cifras de 2010, de 45 a 49 millones de usuarios.
Los indicadores entregados por el Departamento Nacional de Planeación muestran un especial avance en la entrega de aulas de clase, así como en conexiones a internet.
Sin embargo, varios de los programas bandera del Gobierno, como el de las viviendas gratuitas y la alta gama de subsidios, han sido criticados por es- tirar el bolsillo del Estado.
Tan solo en 2017, el Gobierno decretó una adición presupuestal de 8,56 billones de pesos para gasto público, dirigida a atender programas en cinco ministerios.
En seguridad, se resalta un descenso en la tasa de homicidios del 22%, que contrasta con un aumento desde 2010 en el pie de fuerza del Estado. Sin embargo, el próximo presidente deberá luchar para reducir las brechas sociales que se mantienen.
Según el informe del Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural de 2017, Colombia solo es superado por México y Guatemala entre los países con mayor desigualdad, haciendo especial énfasis en las diferencias del sector rural y urbano. Aunque el coeficiente Gini, con el que el Banco Mundial mide la desigualdad, bajó en Colombia desde 1997, aún se mantiene en un 50,8%