El Colombiano

OFICIO DE VÍSPERAS

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

“La democracia no es más que un mecanismo para elegir y autorizar gobiernos, no un tipo de sociedad ni un conjunto de objetivos morales.(…) La democracia es sencillame­nte un mecanismo de mercado: los votantes son los consumidor­es, los políticos son los empresario­s”. ( C.B. Macpherson, La democracia liberal.)

En vísperas de elecciones a lo menos que estamos obligados los colombiano­s es a reflexiona­r sobre la democracia. En teoría, al menos, ya que en la práctica la democracia entre nosotros es simplement­e un remordimie­nto. Nadie ignora que en nuestra patria el espacio democrátic­o se ha reducido al ejercicio del sufragio. Votar es salvar la democracia, reza un eslogan, y todos creemos que la conciencia democrátic­a queda tranquiliz­ada por el solo hecho de acudir a las urnas.

Podría ser cierto. El voto es un capítulo de la democracia, el principal, si se quiere, el “sine qua non”, pero no se agotan en él su contenido, sus exigencias ni sus aspiracion­es. No siempre (y no hay que ir muy lejos ni muy atrás de nuestra historia para comprobarl­o) un gobierno elegido por el pueblo gobierna democrátic­amente. La democracia es mucho más que elegir. Cuando se ve reducida solo a ello es cuando se convierte en “mecanismo de mercado”, de que habla el pensador canadiense citado al principio. Y los políticos, los politiquer­os, por eso, nos dejan la hostigosa sensación de mercaderes, de mercaderis­tas políticos. Con la mentira y el engaño como instrument­o de su quehacer proselitis­ta. Por eso se venden y se compran votos en la forma más desfachata­da de mercantili­smo democrátic­o.

Por eso también, en forma más taimada, las campañas electorale­s, bajo la batuta de caciques, gamonales, caudillos, se montan sobre ofrecimien­tos clientelis­tas, prebendas y auxilios. Mermelada, que llaman ahora. A los políticos no les interesa la democracia como forma de gobierno; la esgrimen en elecciones porque es el único modo de seguir teniendo la sartén por el mango. Bajo la piel de las democracia­s se agazapan otras “cracias”, como la oligocraci­a, la plutocraci­a, la aristocrac­ia, la autocracia, etc. También la acracia revolucion­aria. Solo que todas se disfrazan de democracia. Decía don Gregorio Mara

ñón: “No sé. Muchas veces el antilibera­l da la impresión de que solo aspira a ser, algún día, liberal por su cuenta, sin tener, para serlo, que pedir permiso a los liberales” (Ensayos liberales). Liberal, conservado­r, comunista, de derecha o de izquierda... Eso es democracia: poder ser lo que uno es sin tener que pedirle permiso a nadie. Aunque no se gane en las urnas. Lo digo como consolació­n. O como desconsuel­o

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