El Colombiano

EVA ESTÁ DENTRO DE SU GATO: GABO

- FABIÁN RIVAS CHARLES BUKOWSKI RAYMOND CHANDLER

(...) Pero era difícil resignarse a vivir olvidada para siempre. ¿Por qué tenía que sentir deseos de comerse un ratón? ¿Quién primaría en esa síntesis de mujer y gato? ¿Primaría el instinto animal, primitivo, del cuerpo, o la voluntad pura de mujer? La respuesta fue clara, cristalina. Nada había que temer. Se encarnaría en el gato y se comería su deseada naranja. Además sería un ser extraño, un gato con inteligenc­ia de mujer bella. Volvería a ser el centro de todas las atenciones... Fue entonces, por primera vez, cuando comprendió que por sobre todas sus virtudes estaba imperando su vanidad de mujer metafísica. Como un insecto cuando pone en guardia sus antenas así orientó ella su energía por toda la casa en busca del gato. A esa hora debía de estar aún sobre la estufa soñando que despertará con un tallo de valeriana entre los dientes. Pero no estaba allí. Volvió a buscarlo, pero ya no encontró la estufa. La cocina no era la misma. Los rincones de la casa le eran extraños; ya no eran aquellos oscuros rincones llenos de telaraña. El gato no estaba en ninguna parte. Buscó por los tejados, en los árboles, en los canales, debajo de la cama, en la despensa(...). las magnéticas, una intensa nostalgia de selva; su hosquedad, su orgullo ancestral y esa recogida actitud que asume en sus relaciones con el hombre, me hacían pensar que el gato, a la inversa de todos los animales domésticos, no había logrado adaptarse a la nueva vida familiar y lles hace unos 20 o 30 años.

En esa obra, “un personaje decía que el gato que había allí era reencarnac­ión de un faraón egipcio. No olvido la última imagen: un personaje va por la calle y tiene sensacione­s extrañas. Voltea la vista a un apartament­o donde cree que lo están mirando... y es el gato”. Esta novela no está traducida al español.

Escritores gatunos

De Hernest Hemingway dicen que llegó a tener 57 gatos en su casa de La Habana. Otros dicen que los tenía en su cabaña de Cayo Hueso, Florida.

Jorge Luis Borges tuvo a Odín y a Beppo. Aquel, tocayo del dios nórdico y este, del gato de Lord Byron.

Truman Capote solía aparecer en fotos con estos animales. Ya que repunta por aquí el autor de Música para camaleones, ¡ qué tal ese cuento Una luz en la ventana! La vieja y solitaria mujer que vivía en las montañas, con quien el narrador resultó hablando, pues tuvo que pedirle posada. Ella amaba la lectura y esos felinos. A estos tanto, que no podía desprender­se de ellos ni cuando morían. ¡Tremenda sorpresa se llevó él cuando ella abrió el refrigerad­or! conservaba siempre intacta el alma áspera de sus abuelos. No es así. Entre todos los seres superiores, incluso el hombre, el gato es el que mejor ha sabido asimilar esta civilizaci­ón artificial y deliciosa que se ha hecho en el mundo (...).

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