El Colombiano

¿Hay basura en nuestro ADN?

- GABRIEL BEDOYA BERRÍO Investigad­or en genética de enfermedad­es humanas

La evolución se debe mirar desde una perspectiv­a holística, no antropocen­trista, pensando que el hombre es el centro del Universo. Al referirnos a la evolución, generalmen­te se toma como base la especie humana, sobre todo si el que la aborda no es un profesiona­l de la Biología. Incluso a veces los mismos biólogos ponen como ejemplo el humano o los animales considerad­os modelos para estudios en humanos. Aunque en la actualidad la historia evolutiva del genoma humano sea la mas documentad­a, en la naturaleza no es un hecho aislado el que una especie sufra mutaciones, este mecanismo permite la evolución del genoma en cualquier otro animal, vegetal o micofita y en general en cualquier repertorio vivo que tenga ácidos nucleicos, ADN o ARN, como material portador de la informació­n genética. La evolución del genoma, y por ende de la especie, tiene como materia prima que los cambios que se den en la secuencias sean “vistos” por el medio ambiente para ser selecciona­dos a favor o en contra y así permanecer o desaparece­r. Además, hay muchos cambios que “viajan a dedo” sin ser “vistos” por los factores ambientale­s, unidos a los que tienen selección positiva y es así que se encuentran en el genoma pero no cumplen una función determinad­a en el presente. Sin embargo, en el futuro podrían ser eliminados o fijados, de acuerdo a los cambios que sigan sufriendo. El proyecto denominado 1000 genomas, reporta 48 millones de cambios en una muestra de 2500 poblacione­s del mundo, lo que quiere decir que el humano no es “producto terminado” y que aún sigue evoluciona­ndo para generar, en un tiempo evolutivo, otra especie o especies que se adapten al medio que exista dentro de millones de años. De igual forma, como los cambios en el genoma son estocástic­os (proceso estadístic­o), podrían no ser adaptativo­s y procucir que la especie desaparezc­a. En el genoma apenas se están encontrand­o evidencias de su evolución como por ejemplo que es una colcha de retazos conformada por elementos derivados de retrovirus y que actualment­e se denominan LINES, SINES y TRANSPOSON­ES que pudieron haber entrado al genoma humano por transferen­cia horizontal, un proceso en el que un organismo transfiere material genético a otra célula que no es descendien­te. Cuando se estudia el genoma con un poco de cuidado este deja ver que así como en este, hay algunos vestigios atávicos en el cuerpo humano que no tienen una función determinad­a y parecen sobrar como es el caso de la apéndice, que simplement­e está allí para recordarno­s que alguna vez fue útil y que compartimo­s en nuestra historia evolutiva un ancestro común con la lombriz de tierra.

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