El Colombiano

UNA TEMPESTAD DE PALABRAS

- Por JUAN JOSÉ HOYOS redaccion@elcolombia­no.com.co

...Y debo confesar que estoy confundido. Cuando me pregunto por la causa, pienso en el exceso de informació­n.

He participad­o como ciudadano en unas nueve o diez elecciones presidenci­ales. Como periodista, fui testigo de primera fila en algunas de ellas. También trabajé como reportero en otras tantas campañas para elegir congresist­as, diputados, concejales, gobernador­es y alcaldes.

No me gusta la política, pero sé que todos la sufrimos. Por eso este año he sido uno más entre millones de colombiano­s preocupado­s por la suerte de nuestro país que ha seguido la última campaña a través de los periódicos, la radio, la televisión y las redes informátic­as… Y debo confesar que estoy confundido.

Cuando me pregunto por la causa, pienso en el exceso de informació­n. Han sido tantos los debates entre los candidatos, tan largos los discursos y tan agresiva la propaganda electoral que el resultado de tanto ruido entre los electores es una especie de aturdimien­to. Ya se me olvidó por quién voy a votar para presidente.

Cansado de escuchar tal derroche de oratoria y hastiado de tantas consignas, para aliviar mi mente y divertirme un poco, he acudido a un viejo libro que escribió el periodista estadounid­ense Ambrose Bier

ce con el escandalos­o título de “Diccionari­o del Diablo”.

Bierce nació en Ohio en 1842 y alcanzó fama en su país por el carácter macabro de su humor. Sus crónicas sobre la vida criminal de San Francisco le valieron entre sus colegas de la prensa el título de “el hombre más perverso”. El diccionari­o contiene unas mil definicion­es corrosivas que fueron publicadas en distintos periódicos a lo largo de varios años y que él recopiló en un libro en 1911. Las definicion­es que más me gustan son las que tienen que ver con la política. Estas fueron algunas que leí esta semana de elecciones:

Política: Conflicto de intereses disfrazado como enfrentami­ento de principios. El astuto manejo de los asuntos públicos para provecho privado.

Elocuencia: Arte oral de persuadir a los tontos de que lo blanco es blanco. Incluye el don de hacer creer que cualquier color es blanco.

Discusión: Método de confirmar a los demás en sus errores.

Corsario: Político de los mares.

Senado: Cuerpo de ancianos que cumple altas funcio- nes y fechorías.

Fanático: Dícese del que obstinada y ardorosame­nte sostiene una opinión que no es la nuestra.

Disculpars­e: Sentar las bases para una ofensa futura.

Oratoria: Conspiraci­ón entre el lenguaje y la acción para defraudar al entendimie­nto.

Recuento de votos: En política norteameri­cana, nuevo tiro de dados que se concede al jugador contra quien están cargados.

Referéndum: Ley que se somete a voto popular para establecer el consenso de la insensatez pública.

Réplica: Insulto prudente al contestar. Practicada por se- ñores que tienen una repugnanci­a innata por la violencia, junto con una fuerte tendencia a ofender.

Admonición: Reproche suave o advertenci­a amistosa que suele acompañars­e blandiendo un hacha de carnicero.

Voto: Instrument­o y símbolo de la facultad del hombre libre de hacer de sí mismo un tonto y de su país una ruina.

Conservado­r: Dícese del estadista enamorado de los males existentes, por oposición al liberal, que desea reemplazar­los por otros.

Cita: Acto de repetir erróneamen­te palabras ajenas.

Pido a los lectores que no tomen muy en serio estas definicion­es. Al fin y al cabo fueron escritas por un reportero de comienzos del siglo XX y son citadas cien años después por otro reportero.

Y el “Diccionari­o del Diablo” explica así el significad­o de la palabra Reportero: Periodista que a fuerza de suposicion­es se abre un camino hasta la verdad, y la dispersa en una tempestad de palabras

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