ANÁLISIS

Siempre se ha dicho que para tener éxito se necesita llamar la atención de quienes deben actuar. Y para hacerlo hay muchas formas, unas más efectivas que otras. Existe para ello un elemento que siempre, a través de la historia, ha demostrado ser muy fuerte, si no el más, cuando se trata de lograr acción de las personas: el miedo. El mercadeo no se ha quedado sin usarlo, siendo sí controvertido el modo como se utiliza. Cabe la pregunta sobre si el fin justifica los medios, a la cual cada ser humano tiene una respuesta, dependiendo de la conveniencia o no de su uso. Si damos una mirada a la publicidad, que hasta nos agobia y desespera, es común encontrar la utilización de lo que algunos llaman principal motor del instinto del ser humano. El español en el artículo

recuerda lo que decimos al comentar que “tenemos miedo a estar solos, a no tener suficiente dinero, a hacer el ridículo, a ser rechazados, a no gustar, a fracasar, a perder”... En fin, a no lograr lo que se pretende. Sentimos temor desde el mismo momento del nacimiento. Los temores físicos, económicos, funcionales, sociales, sicológicos, etc., han hecho y hacen que las barreras mentales sean cada vez más fuertes. El desconocimiento creciente que los seres humanos tenemos al no poder estar al día en casi todo, y a perder con el competidor, hace que el temor sea cada vez mayor.