“Ser aliados de la OTAN ofrece oportunidades y abre desafíos para Colombia. De ser un país receptor de cooperación, pasa a una etapa en la que va a ofrecer conocimientos y experiencias”.
Ser aliados de la OTAN ofrece oportunidades y abre desafíos para Colombia. De ser un país receptor de cooperación, pasa a una etapa en la que va a ofrecer conocimientos y experiencias.
El ingreso de Colombia a los Partners Across the Globe PAG -Socios Globales- de la Organización del Tratatado del Atlántico Norte -OTAN- escribe una página inédita en la historia nacional. No se trata de una membresía más. Es un reconocimiento significativo del que se derivan oportunidades y desafíos que marcan un antes y un después para el país.
La fundación de la OTAN se remonta a finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando los Aliados evalúan la mejor manera de conservar la alianza lograda entre los países europeos y del Atlántico Norte, que se habían unido para contrarrestar las fuerzas alemanas y rusas.
A partir de 1989, como consecuencia de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, se reinventan creando, entre otros, la posibilidad de que a estos socios fundadores se adicionen países interesantes y estratégicos en otras partes del globo bajo la modalidad de partnership (aliados).
Pero este no es un resultado ex nihilo. Es producto de un objetivo de Estado que incluyó el diseño de una estrategia multidimensional: que inicia en el 2009, durante el gobierno del presidente Uribe, cuando se destacó por primera vez a un oficial del Ejército colombiano, para liderar el proceso, ante el Supreme Headquarters Allied Power Europe Shape, y que culmina hoy con la firma del presidente Juan Manuel Santos, después de nueve años cumpliendo con las exigentes pruebas que consiguieron la aprobación de Colombia por el ciento por ciento de sus miembros.
Las oportunidades y retos que ofrece la condición de Socio Global constituyen un imperativo estratégico. En la actualidad no son un secreto las amenazas que apareja la globalización para las instituciones políticas de los Estados. El abogado y filósofo español José Luis Martí señala: “la glo- balización del poder económico y privado en general, la progresiva interdependencia de nuestras sociedades y nuestras economías, y la aparición de nuevos retos de carácter netamente global (como el cambio global, la seguridad nuclear, el terrorismo global, etc.) han hecho que nuestros parlamentos y gobiernos sean cada vez más impotentes a la hora de regular y frenar dichos retos y peligros y de asegurar el bienestar de los ciudadanos”. Si a estas se suman los peligros de la revolución digital y tecnológica para el ejerci- cio de las libertades humanas, la presencia en instancias de gobernanza internacional como la OTAN, son más que una necesidad.
Colombia es el primer y único país latinoamericano en ser aceptado como PAG, grupo al que pertenecen países como Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. Este privilegio le abre la posibilidad de hacer oír su voz, en una institución preeminentemente política, conformada por los países más importantes del mundo, promotora de valores democráticos, en donde se definen las políticas para enfrentar los retos de la seguridad humana y global.
Esto, sin duda, no es un logro menor. Como tampoco lo es acceder a las innumerables opciones de cooperación para continuar afianzando las capacidades en materia de gobernabilidad y defensa. Para el país, e incluso para Latinoamérica, se abre la posibilidad de hacer parte del demos que participa desde diferentes posiciones, en las discusiones relevantes de la política global. Se trata también de un reconocimiento para las FF. MM. del país actuando hoy con países que otrora señalaban a Colombia como violador de DD. HH.
Lo anterior será una realidad trascendente si los desafíos de esta honrosa posición son gestionados con efectividad. Colombia abandonó el papel exclusivo de receptor de cooperación; sus capacidades lo sitúan en una condición privilegiada para ofrecer su colaboración a otros. La experiencia y el conocimiento generados con el sudor y la sangre de los hombres de sus FF. MM. son un activo que debe ser democratizado para que otros no tengan que desarrollarlo a un precio tan alto como el pagado por el pueblo colombiano. Además, su presencia en este tipo de organismos implica una reciprocidad de beneficios honrosa y relevante.