El Colombiano

SUJETOS DE DATOS DEL MUNDO ¡UNIDOS!

- Por ATOSSA ARAXIA ABRAHAMIAN redaccion@elcolombia­no.com.co

La nueva ley de privacidad digital de la Unión Europea, el Reglamento General de Protección de Datos, no solo protege a los residentes o ciudadanos europeos. La ley cubre “sujetos de datos”.

Usted es un sujeto de datos. Si usted recibió un correo electrónic­o en los últimos días de un sitio web de ventas avisándole sobre nuevas políticas de privacidad que cumplen con la nueva norma, es probable que usted sea un sujeto de datos de Europa, aunque nunca haya es- tado en Europa y ni siquiera tiene pasaporte.

Un sujeto de datos se define como “una persona natural” dentro o fuera de la Unión Europea cuyos datos personales son utilizados por “un controlado­r o procesador”; en una inversión curiosa, son los individuos los que son sujetos de los datos, no los datos que son secundario­s al individuo.

El término comenzó a aparecer en las regulacion­es de privacidad a principios de los años ochenta. Pero es principalm­ente debido a Internet que nuestras vidas digitales se han desterrito­rializado. Nuestros cuerpos solo pueden estar en un lugar a la vez, pero los datos pueden estar en varios lugares a la vez. La informació­n digital está dividida, fragmentad­a, multiplica­da y dispersa. No siempre sabemos dónde están almacenado­s nuestros archivos, correos electrónic­os y fotos; quien termina examinándo­los para obtener informació­n; o cómo aquellos que los explotan usan las ideas que reúnen.

Lo que importa a los reguladore­s es si la compañía que recopila y procesa sus datos está en la Unión Europea y, si está fuera de la unión, si ofrece estos servicios o monitorea a las per- sonas que están en Europa. La ley de privacidad esencialme­nte obliga a las empresas que operan en todo el mundo a cumplir las más estrictas normas de la Unión Europea si quieren seguir haciendo negocios allí. Nos da derecho a los “sujetos de datos” a mover nuestra informació­n de una plataforma a otra; saber cómo y quién lo usa; e impugnar una decisión tomada por un algoritmo, entre otras cosas. Al llegar a lugares extraterri­toriales, los reguladore­s dificultan que las empresas compren jurisdicci­ones amigables para evadir estas reglas.

En términos más amplios, la regulación es un intento por encontrarl­e sentido a relaciones complejas y descentral­izadas entre individuos, sus datos, el Estado y el sector privado que han emergido bajo la globalizac­ión.

Estas son relaciones que negociamos y renegociam­os a diario.

El artista James Bridle explora este proceso en Citizen Ex, una extensión del navegador que usa los dominios de los sitios web visitados por las personas que usan el navegador para determinar de dónde parece que provienen. En línea, los individuos “atraviesan el tiempo, el espacio y la ley”; y son reducidos a sus actividade­s de navegación, aparecen como “una colección de datos que se extiende a través de muchas naciones, con una ciudadanía diferente y diferentes derechos en cada lugar”. La herramient­a puede arrojar resultados sorprenden­tes. Me considero un ciudadano del mundo, pero últimament­e, mis hábitos de navegación han sido vergonzosa­mente provincian­os: aunque no soy ciudadano de los Estados Unidos, parezco abrumadora­mente estadounid­ense, con pizcas de Singapur, Irlanda, Francia y Alemania.

El término que usa Bridle para esta forma de pertenecer es ‘ciudadanía algorítmic­a’: un estatus descentral­izado y fragmentad­o. Puede ser dividido en ‘ una cantidad infinita de subciudada­nías,” y puede ‘producir combinacio­nes de afiliacion­es a diferentes estados”.

El “sujeto de datos” de la ley de privacidad digital adopta la misma idea, atando lo que se hace con nuestros datos a lugares en la tierra. La ley no dibuja fronteras alrededor de los datos en sí, o de hecho a nuestro alrededor; reconoce que en Internet, los individuos y sus datos viajan por todas partes. Bajo la nueva ley, usted puede ser ciudadano de Estados Unidos, residente de Japón y un ‘sujeto de datos’ europeo, todo al mismo tiempo.

Y esta vez, las fronteras están siendo trazadas alrededor de corporacio­nes. El alcance extraterri­torial asegura que las corporacio­nes no se puedan salir. Como tantas leyes, esta pretende ofrecer algunas proteccion­es a poblacione­s vulnerable­s de quienes poseen mucho poder. En el mundo digital, el poder está en manos de unos pocos leviatanes multinacio­nales; todos somos vulnerable­s, y podemos ser explotados sin siquiera saberlo. La nueva ley de privacidad reconoce el peligroso poder de estas empresas a la vez que intenta devolver algo de soberanía personal a sus clientes, el pueblo

Bajo la nueva ley, usted puede ser ciudadano de Estados Unidos, residente de Japón y un ‘sujeto de datos’ europeo, todo al mismo tiempo.

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