El Colombiano

¡DUQUE ES ESPERANZA!

- Por CRISTINA DE TORO R. cdetoro@hotmail.com

El domingo pasado, luego de que los distintos candidatos pronunciar­an sus discursos, unos celebrando su triunfo y otros aceptando su derrota, pudimos apreciar mejor los individuos que estaban detrás de esas elocuentes disertacio­nes que veníamos oyendo a lo largo de los últimos meses. Además, sabemos a qué atenernos con aquellos que pasaron a la fase decisiva.

De exaltar, la prontitud y la dignidad con las que el candidato de Coalición Colombia, Sergio

Fajardo, aceptó su derrota. Agradecimi­ento a quienes lo apoyaron en las urnas, “felicitaci­ón especial” para sus rivales reconocien­do su triunfo y la no objeción a los resultados. Un señor.

No así Humberto de La Calle, quien a pesar de ser el mayor y el más curtido en esas lides, pronunció un discurso muy desafinado, recurriend­o al manido cuento de los buenos y los malos y a odiosas amenazas de guerra. Una arenga llena de descalific­aciones para quienes han objetado su acuerdo de paz, diciendo que han “llenado de fantasmas, farsas y obstruccio­nes un proceso de reconcilia­ción con todas las garantías de éxito. La cizaña ha predominad­o y ha sobresalid­o”. No sé qué esperaba él, después de desconocer los resultados del plebiscito y de no haber levantado cabeza en ninguna encuesta de opinión. ¡Mal perdedor!

Ahora bien, parca, por decir lo menos, la intervenci­ón de Vargas Lleras quien, a juzgar por su actitud, no había considerad­o siquiera la posibilida­d de la derrota y, menos aún, en aquellos lugares de la geografía nacional donde se creía amo y señor de feudos políticos. Importante, sí, la oferta de su valioso programa de gobierno al candidato Duque quien, sin contrapres­tación alguna, sin duda sabrá bien aprovechar. La arrogancia, la antipatía y la ordinariez a la hora de relacionar­se con el pueblo, le pasaron factura al político que llevaba décadas preparándo­se para presidente.

Capítulo aparte merece el ladino Gustavo Petro, quien a lo largo de su campaña sufrió una impresiona­nte metamorfos­is. Como dicen por ahí, de lobo pasó a abuelita y el lunes amaneció Caperucita. En su alocución, aunque maquillada de capitalism­o, instó a la con- sabida y peligrosa lucha de clases, destiló resentimie­nto y revancha. Tiene clarísimo que el socialismo ya no llega al poder mediante la violencia y las armas, sino disfrazado de democracia. La misma estrategia de Chávez. El comandante alias “Aureliano” ¡presente! Por último, la disertació­n de

Iván Duque quien, en tono pausado, amable y conciliado­r con todos sus adversario­s, propuso una Colombia unida, una Colombia donde imperen la seguridad, la justicia, el progreso económico, el orden y el respeto por todos. Detrás del político, un joven preparado, alegre, responsabl­e y riguroso. Un buen colombiano.

Dos opciones, dos modelos de país para elegir. Petro, el Socialismo del Siglo XXI, convivenci­a y cogobierno con las Farc, el narcotráfi­co y la impunidad.

Duque, la Colombia unida en busca de orden, decencia, paz con justicia, con verdad y con reparación a víctimas. ¡Duque es esperanza!

Dos opciones, dos modelos. Petro, el socialismo, cogobierno con las Farc. Duque, la Colombia unida en busca de orden y paz con justicia.

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