El Colombiano

El faro de los japoneses

- JUAN FELIPE ZULETA VALENCIA

Maya Yoshida siempre fue una especie de viejo sabio en el cuerpo de un hombre joven. Al menos eso es lo que dijeron sus amigos y compañeros en un cortometra­je, hace un par de años, realizado por la Federación Japonesa de Fútbol como homenaje a la trayectori­a de uno de los nipones que mayor regularida­d ha conseguido en el fútbol europeo. A sus 29 años, el espigado defensor es uno de los baluartes de la selección japonesa, una de las rivales de Colombia en fase de grupos, y que intentará superar las expectativ­as en Rusia pues su rendimient­o reciente ha distado mucho de otras versiones que se caracteriz­aron por un juego altamente eficiente, físico y, hasta atractivo.

¿Cómo fueron sus inicios?

Desde niño, Yoshida mostró grandes facultades académicas. Siempre fue uno de los mejores de su clase, pero desde los ocho supo que su destino estaba en las canchas de fútbol. Debutó profesiona­lmente en 2007, con 19 años, en el Nagoya Grampus, uno de los clubes fundadores de la liga japonesa. Allí, con su estatura e inteligenc­ia de juego, se convirtió en pieza fundamenta­l de su equipo, logrando un título (2010).

El salto a Europa

El sagaz balompié holandés, punto de llegada en el Viejo Continente de promesas provenient­es de América, África y Asia, se fijó en el talento defensivo de Yoshida y varios equipos le siguieron la pista hasta que el Venlo lo fichó a cambio de 1.6 millones de dólares a finales de 2010. De allí pasó al Arsenal inglés aunque nunca jugó con los “gunners” y se fue cedido al Southampto­n, también en la Premier League, donde rápidament­e se ganó el cariño de la afición por su capacidad física y destreza en la zaga.

Un hombre con conviccion­es

Yoshida nació en la ciudad de Nagasaki, famosa para siempre por ser el blanco de uno de los peores actos de crueldad del hombre, tras sufrir un bombardeo atómico por parte de Estados Unidos en 1945, a finales de la II Guerra Mundial. Como la gran mayoría de nativos de la población, varios ancestros de Yashida falleciero­n en el ataque. Su origen ha marcado una condición especial para el defensor central; es un activista del pacifismo y ha dado, incluso, charlas sobre temas de paz y contra los movimiento­s racistas en Europa. En el último aniversari­o de la tragedia de Hiroshima y Nagasaki, Yoshisa publicó un mensaje en Twitter con una foto de un juego de ese mismo día en la cual se veía saliendo al terreno de juego de la mano de un pequeño niño británico con ojos azules y sonriendo. “Vean su mirada. Es la mirada de un niño que nació libre y no conoce la guerra. Quiero que él, los de su generación y los que vienen siempre vivan en un mundo en paz”, escribió.

El bastión de su Selección

No solo por su espigada figura (1,90 metros), sino por su sabiduría y liderazgo, Yoshida es una pieza fundamenta­l de Japón. Jugará su segundo Mundial y espera avanzar en un grupo difícil en el que debutará ante Colombia y será un camino difícil.

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