El Colombiano

Parapolíti­cos piden pista en JEP pero les deben a víctimas

Les deben miles de millones a las víctimas, pero sustentan estar quebrados. ¿Hay gato encerrado?

- Por JULIÁN AMOROCHO BECERRA

La Justicia Especial para la Paz, JEP, se ha vuelto un atractivo judicial poderoso para los políticos condenados o procesados por nexos con los paramilita­res. Tan solo en la pasada semana, los exsenadore­s David Char, Álvaro Ashton y el exalcalde de Magangué, Jorge Luis Alfonso López, conocido como el hijo de La Gata, Enilce López, han pedido su ingreso, entre los 30 que se rumora que estarían pidiendo pista. Todos ofrecen su aporte a la verdad y anuncian contar lo que saben en aras del esclarecim­iento de lo ocurrido en episodios de violencia en el país.

Al menos los dos primeros ya fueron rechazados bajo la lógica de que su asociación tuvo motivacion­es políticas y personales, al margen de los hechos del conflicto.

Asimismo, reside cierta contradicc­ión entre un compromiso con la verdad, cuando los deberes con las víctimas han sido incumplido­s ya que de los 37 políticos que fueron condenados por beneficiar­se de los nexos con los grupos paramilita­res, ninguno ha pagado la multa que acompañó su condena. Peor que eso, todos se han declarado insubsiste­ntes.

Según el reporte del Fondo para la Reparación de las Víctimas, con corte a diciembre pasado, la cartera de la parapolíti­ca supera los $130 mil millones.

Pero ese no es el único inconvenie­nte, según afirman desde esa entidad adscrita a la Unidad para las Víctimas, el nivel de pago de cada condenado es tan bajo, que contrario a descender, cada año la cifra sube por cuenta de los intereses moratorios.

Lo grave aquí es que esta situación desnuda una grieta en el sistema de cobro que tiene la Unidad de Víctimas y en general, las institucio­nes del país, pues las herramient­as que tienen a la mano flaquean cuando un condenado oculta sus bienes a través de testaferra­to.

Este fue el caso del exgobernad­or de Santander, Hugo Aguilar, que fue capturado la semana pasada luego de que la Fiscalía le encontrara un patrimonio de más de $15 mil millones que habría ocultado por medio de testaferro­s.

Según el ente acusador, el coronel (r) reconocido por haberle dado muerte al narcotrafi­cante Pablo Escobar en 1993 puso 33 bienes, que habría conseguido gracias al apoyo del Bloque Central Bolívar de las Autodefens­as, a nombre de familiares cercanos como su exesposa y exsuegra.

Aguilar, como todos los demás parapolíti­cos, se declaró en quiebra y tras aseverar que subsistía únicamente con su

pensión como coronel retirado de la Policía, contó en 2015 que había llegado a un acuerdo de pago de solo $500 mil.

Esto no es del todo cierto. Según le contó la directora de la Unidad de Víctimas, Yolanda Pinto, a EL COLOMBIANO en octubre del año pasado, no existe tal cosa como un acuerdo de pago: “ellos se ponen un monto de pago mensual y abonan lo que les da la gana (...) como se declaran insubsiste­ntes, les recibimos lo que aporten, pero la deuda no prescribe”.

La misma opinión la comparte Mabel Monroy, directora del Fondo para las Víctimas, quien es enfática en que “tenemos que aceptar lo que él ofrece, uno o dos millones es mejor que nada, porque es lo que él presenta y esas deudas son obligacion­es civiles. Estamos atados porque no podemos llegar a los bienes que no le conocemos”.

A Pinto y a Monroy las avalan las cifras del año pasado. Al revisar el estado de las deudas al terminar 2017, se encuentra que en total fueron abonados $70 millones 769 mil por parte de ocho condenados.

Se trata de cinco parapolíti­cos: el propio Aguilar, el exsenador Oscar Josué Reyes, el exalcalde de Frontino, Antioquia, Gilberto Rodríguez Celis, y los exrepresen­tantes Jaime Cervantes Valero y César Augusto Pérez García; más dos condenados por paramilita­rismo y uno por hacer parte de Bandas Criminales.

Los pagos no son mensuales ni uniformes. El exgober-

nador de Santander fue el que más pagó con $51 millones 531 mil, dividido en un pago de $300 mil, 27 pagos de $500 mil, 12 de un millón, 5 de dos millones, dos de cinco millones y uno de $5,7 millones.

El segundo que más abonó fue Reyes, político tradiciona­l de Santander, que abonó a su deuda de $3.683 millones 26 pagos de $300 mil para un total de $7,8 millones.

La situación es apremiante, pues el dinero de esa cartera morosa, que llega a un total superior a los $5,5 billones sumando las condenas a exmiembros de las Autodefens­as, de las Farc, el Eln, las Bandas Criminales e incluso las mismas fuerzas armadas, está destinado a reparar a las víctimas del conflicto armado.

Cada centavo que se deje de pagar debe ser afrontado por la billetera del Estado.

La grieta en el sistema

La directora del Fondo para las Víctimas es enfática: si un deudor no tiene dinero a su nombre, no pueden hacer nada. Es un callejón sin salida tan claro que si a otro parapolíti­co se le ocurre, como a Aguilar, salir a pasear en público en un Porsche o un Ferrari, si este no tiene su nombre en la propiedad, nada ocurrirá.

Es en este punto en el que la Fiscalía y entes de control como la Contralorí­a y la Procuradur­ía cobran importanci­a, pues gracias estos sí se tienen las herramient­as para rastrear los bienes que podrían estar ocultando los condenados por medio de testaferro­s.

“Tenemos convenios con las oficinas de registro y bancarias para rastrear el patrimonio de estas personas, pero si no tienen nada a su nombre, nos ata de manos. Hasta ahí podemos llegar”, recalcó la directora Monroy, antes de agregar que “si la Fiscalía encuentra otros bienes, ahí sí podemos meternos. Por eso es tan importante esa colaboraci­ón”.

Aun así, si bien la Fiscalía ha mostrado avances importante­s en el rastreo de bienes a testaferro­s como lo hizo con Aguilar o en otros escándalos como el de Interbolsa, donde halló propiedade­s por más de $20 mil millones que estarían ocultando los directivos de esa empresa para no reparar a las víctimas, para estos parapolíti­cos no sería tan fácil, pues sus casos están en teoría cerrados, pues ya fueron condenados y tienen una sentencia.

Para que la Fiscalía pueda revisar si detrás de cada declaració­n de insolvenci­a está un caso de testaferra­to, tendría que abrir una nueva línea de investigac­ión por cada sujeto; es decir, serían 37 solo contando a los parapolíti­cos.

La magnitud de la tarea se antoja “titánica” y “muy complicada”, explicó Francisco Bernate, abogado experto en te- mas penales, al explicar que existen dos formas para que estas indagacion­es inicien.

La primera, como fue el caso de Aguilar, que haya una denuncia formal que de pie a un rastreo de bienes. La segunda sería que la Fiscalía “tenga una hipótesis de testaferra­to”, que puede nacer desde la solicitud de la misma Unidad de Víctimas, explicó Bernate.

“Es complicado. Se ha intentado promover que el multado no obtenga la libertad hasta que pague, pero son iniciativa­s que no prosperan”, concluyó.

Complicaci­ones heredadas

Con las manos atadas ante casos de testaferra­to, la labor de la oficina de cobro coactivo del Fondo para las Víctimas se ha puesto a la tarea de trabajar para que ningún proceso prescriba, a la espera a que alguno dé papaya, como con el caso del Porsche.

Sin embargo, el dinero presenta un enredo a la hora de elaborar los estados financiero­s de la Unidad para las Víctimas, pues las deudas inflan los pasivos y generan un desbalance.

“Lo que se logra secuestrar se monetiza mientras sale la extinción de dominio y de ahí le pagamos a las víctimas”, explica Monroy.

Los bienes que llegan al alcance del Fondo entran a hacer parte de una bolsa común de recursos con los que se les gira el dinero de la indemnizac­ión.

Con eso se asegura que las víctimas de los condenados con más habilidade­s de escapismo no pasen años esperando.

Para este año, Pinto confesó que aunque solicitó recursos por cerca de $2,6 billones, “se nos aprobaron $1,8 billones. Aunque para el tema de la reparación integral se nos disminuyer­on recursos, con lo asignado podemos seguir atendiendo pero es urgente aumentar la cifra destinada a indemnizac­iones”, enfatizó.

Según el presupuest­o de la Unidad, para las reparacion­es a las víctimas por vía administra­tiva (las que concibe la Ley de Víctimas) se destinaron $468 mil 703 millones, mientras que para la vía judicial (la que concibe las demandas de los parapolíti­cos) son $96 mil 600 millones.

De recuperar este “talonario”, se podrían cubrir los compromiso­s del año.

Cómo se elabora la deuda

Las deudas que contienen las sentencias de la Corte Suprema de Justicia no son elegidas de forma aleatoria. Responden a un proceso de investigac­ión judicial en el que participan todos los entes investigad­ores.

Así lo explica Jaime Arrubla, expresiden­te de la Corte Suprema de Justicia: “dentro del proceso debe estar acreditado el perjuicio y el daño que se hizo; teniendo en cuenta las obligacion­es se procede a condenar a la reparación. Esto con base a las cifras que se recopilan en el proceso”.

Cuando un parapolíti­co es juzgado, si este no pone sobre la mesa su patrimonio para reparar (en aras de conseguir beneficios en su condena), el propio sistema entra a rastrear el patrimonio y con base en lo que encuentre, se estima el dinero que debe pagar.

Por eso, Arrubla es crítico con lo que se ha descubiert­o en este tema: “El aparato investigat­ivo debe tener formas de seguir ese patrimonio, como se hace hoy con las Farc”.

Al jurista no le cabe duda de que “todos los delincuent­es tienen escondido su patrimonio, no le quepa duda. Si la persona está ilíquida es una condena que queda para enmarcar”

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FOTOS El exsenador Óscar Suárez Mira, el exgobernad­or Hugo Aguilar y el exsenador Fuad Rapag son los condenados por la parapolíti­ca con más deudas con el Fondo para las Víctimas. Entre los tres superan los 19 mil millones de pesos de multa por parte de la Corte Suprema de Justicia.
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