El Colombiano

CINCO VOTOS MÁS O MENOS LIBRES

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

Hace cien años, casi exactos, el gran pensador alemán Max We

ber (1864-1920) examinó la situación de la política de su tiempo en una conferenci­a titulada “La política como vocación”. Entre otras cosas, Weber hizo allí el contraste entre la democracia de camarillas y la de caudillos. Para él, la democracia de camarillas consiste en la rutina burocrátic­a y la dominación de los políticos profesiona­les, por tanto, de notables. En la democracia caudillist­a -una de cuyas expresione­s es el populismo- los seguidores de los partidos se convierten en proletario­s, gentes que “han de obedecer ciegamente” y no pueden ufanarse de “tener opinión propia”, porque la vanidad y la opinión son exclusivas del jefe.

El domingo pasado vencieron en Colombia los caudillos sobre los políticos profesiona­les. El próximo 17 de junio se enfrentará­n dos huestes de proletario­s ninguna de las cuales podrá vencer sola. Les tocará ganar el apoyo de un pedazo del tercio de votantes que no los acompañó. Los lánguidos grupitos de políticos profesiona­les ya empezaron a hacer sus movimiento­s, entre la resignació­n y el ridículo. Pero el movimiento molecular de los ciudadanos será importante. Veo cinco opciones.

La primera es la ética de la responsabi­lidad. Elaborar un argumento responsabl­e no será fácil, sobre todo si entendemos que la responsabi­lidad no debería ser parcial (con la economía, Duque; con el ambiente, Petro). Los problemas del país no se deben parcelar, como lo demostró el proceso de paz.

La segunda es la del mal menor, que exige mucha informació­n y alguna capacidad de control sobre los resultados. Uno de los principale­s defectos de los candidatos de segunda vuelta es su falta de claridad y la poca confianza que generan (¿se lanzarán a una constituye­nte como lo han dicho?).

El tercero es el de la enemistad. Como existen enemigos jurados de Uribe y otros de Petro y se quemó la opción de la reconcilia­ción, algunos están inclinados a que sea la vara del odio o de la rabia la que determine contra quién se va a votar.

La cuarta es la de la coherencia. El voto en blanco es una manera de salvar la conciencia o el alma, si se quiere; de mantener los principios; si es masivo (va en el 10 %) podría ser un mensaje.

La última es la de pensar con el deseo. Votar por Duque con la esperanza de que no cumpla lo que ha prometido (desbaratar los acuerdos, crear una sola corte). Votar por Petro confiando en que no sea el que conocemos, con la esperanza de que no radicalice la sociedad o detenga la economía petrolera. Si esto pasa y no cumplen, la democracia representa­tiva carecerá de sentido. Hidroituan­go: lo único que faltaba era la irresponsa­bilidad del Gobernador en sus ataques a EPM; el mismo que boicotea Savia Salud y el túnel de El Toyo

Los lánguidos grupitos de políticos profesiona­les ya empezaron a hacer sus movimiento­s entre la resignació­n y el ridículo.

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