Por qué la marihuana desvela a los científicos
Los defensores del cannabis rechazan su mala fama. Aseguran que la planta es analgésica y combate enfermedades.
La marihuana ha sido empleada como aceite, alimento, droga, medicina y fuente de fibra durante más de cinco mil años. Y sin embargo, la mayoría solo la conoce como droga recreativa.
Los usos medicinales de esta planta se remontan a 2700 años antes de Cristo, cuando el emperador de China, Shen Neng, promocionó el té de cannabis como tratamiento para la gota, el reumatismo, la malaria e, incluso, la memoria deficiente, escribe Mitch Earleywine, profesor de psicología de la Universidad de Nueva York y experto en adicciones en el libro Comprensión de la marihuana: una nueva mirada a la evidencia científica (2005).
En Siberia se han encontrado semillas carbonizadas dentro de túmulos funerarios que datan de 3000 años antes de Cristo. Pero no hay que ir tan lejos para rastrear la existencia de la marihuana, también ha sido colombiana.
“Las fértiles faldas bajas de la Sierra Nevada, cubiertas de bosques, bien irrigadas y divididas por kilómetros de hondonadas y valles ocultos, producían la mejor cosecha de Colombia”, relata el antropólogo Wade Davis en su libro El Río (2004).
Después del periodo de presidencia de Richard Nixon en Estados Unidos ( 1969 y 1974) y antes de que las variedades domésticas de este país mermaran la demanda de la hierba importada, dice Davis, “Santa Marta era la capital marihuanera del mundo”.
Esta ciudad caribeña ofrece un lugar ideal para cultivar cannabis debido a su clima tropical completo con 12 horas de luz solar durante todo el año.
Por esto, es allí donde un par de compañías, entre ellas una de biotecnología centrada en el desarrollo de productos e investigación clínica en la industria médica del cannabis, han comenzado a recibir su licencia de cultivo de cannabis psicoactivo y de fabricación por parte del Ministerio de Justicia y el Ministerio de Salud del país, gracias al Decreto 613 del 10 de abril de 2017, firmado por los ministros de Justicia, Salud y Agricultura.
“En Colombia la regulación no contempla las formas crudas de la planta, sino su procesado en extractos. Nuestra política quiere separarse del mercado recreacional”, explica Andrés López Velasco, director del Fondo Nacional de Estupefacientes.
Desde hace menos de cincuenta años, a medida que la planta se vuelve más aceptada, investigadores del mundo intentan comprender cómo funciona y cómo podría combatir las enfermedades.
Como droga recreativa la ganja –como también se le conoce– produce risas temporales, amnesia por lo sucedido hace unos segundos, entre otros efectos que varían en cada individuo. Y aunque nunca se ha reportado una muerte por sobredosis, la marihuana, principalmente la que se consigue hoy en día, es una droga poderosa y en algunos casos dañina, principalmente si se consume en edades menores a los 24 años, según dice Hance Clarke, director de servicios de dolor en el Hospital General de Toronto. Sin embargo, quienes la estudian buscan extraer sus componentes y sintetizarlos para convertirlos en productos medicinales.
“La gente cree que cuando se habla de marihuana medicinal se habla de fumarse un cigarrillo de esta planta, pero el asunto es muy distinto”, aclara Juan David Roa, neurólogo intensivista de la Universidad Nacional de Colombia.
Investigaciones rezagadas
La ciencia, entonces, está atrasada en este campo, pues aunque la planta se ha usado por miles de años, hasta me-
diados del siglo 20 no se tenían luces sobre lo que pasa dentro de ella ni cómo afecta al cuerpo y al cerebro.
Debido a su ilegalidad e imagen vilipendiada, pocos científicos serios querían manchar su reputación estudiándola. Ahora las cosas han comenzado a cambiar y se ha empezado a explorar la planta a nivel molecular.
La estructura química de los componentes activos (los cannabinoides) de la marihuana se empezaron a dilucidar hasta la década de 1960.
Por esos años, relata la revista National Gegraphic, un químico orgánico de Israel llamado Raphael Mechoulam, que trabajaba en el Instituto de Ciencia Weizmann cerca de Tel Aviv, decidió observar la composición química de la planta.
Le pareció extraño que, a pesar de que la morfina había sido generada por el opio en 1805 y la cocaína por las hojas de coca en 1855, los científicos no tenían idea de cuál era el principal ingrediente psicoactivo de la marihuana.
Ahora las investigaciones registradas en revistas científicas de gran reputación van en aumento. Según registra la librería de medicina del Instituto Nacional de Salud PubMed, en 1976 se publicaron seis artículos científicos sobre el cannabis medicinal y como contraste, solo en lo que va de este año se registraron 463.
Hay tres especies de marihuana, aunque algunos botánicos creen que hay más.
Según cuenta Samantha Watt, coordinadora científica de Avicanna, una compañía canadiense de biotecnología que investiga sobre cannabis medi-
cinal, estas son: Cannabis sativa, Cannabis indica y Cannabis ruderalis. Mientras que cáñamo es el resultado del cruce de estas tres especies.
Hoy en día se sabe, dice Watt, los cannabinoides actúan en el organismo a través de receptores específicos que son normalmente activados por una familia de moléculas endógenas (internas) denominadas en do can na b in oi des.
Este sistema endocannabinoide, que se descubrió al explorar la planta, regula la neurotransmisión de estímulos en numerosas regiones del sistema nervioso central.
Y es aquí donde se plantea el meollo del asunto que aún preocupa a los médicos e investigadores. “Ya que el cerebro humano tiene receptores naturales para el cannabis, así como para los opioides, por ejemplo, debemos entender cómo esta neuromodulación -la administración dirigida de un estímulo a sitios específicos en el cuerpo- se alinea mejor con la persona, pues si es más de la cuenta se paraliza la célula”, dice Hugo Gallego Rojas, médico toxicólogo de Medellín.
El cerebro humanos no tiene receptores para cocaína, pero sí para el cannabis y los opioides. “Incluso tenemos un complejo de receptores para el alcohol”, aclara Gallego.
Estos y otros hallazgos han contribuido a una extraordinaria expansión en el conocimiento básico de cómo los (en do) can na b in oi des actúan en nuestro organismo, así como al
renacimiento del estudio tanto de sus propiedades terapéuticas como de sus acciones como sustancias de abuso.
Los diferentes tipos de receptores de cannabinoides que se encuentran en el cuerpo parecen desempeñar diferentes roles en la fisiología humana. Además, algunos efectos de los cannabinoides parecen ser independientes de esos receptores.
Así, la variedad de mecanismos a través de los cuales los cannabinoides pueden influir en el cuerpo subyace a la variedad de posibles usos terapéuticos para fármacos que podrían actuar selectivamente en los humanos.
Beneficios para la salud
La marihuana medicinal ya co- mienza a estar disponible en varias formas diferentes. Puede ser vaporizada, usada como ungüento, ingerida en forma de píldora o puede agregarse a comestibles como galletas y barras de chocolate.
En cuanto a sus beneficios, en Colombia actualmente médicos y enfermeros tienen más acceso a casos anecdóticos que a mediciones suficientemente validadas.
Aunque un informe sobre los efectos sobre la salud del cannabis en el que se explora el estado actual de la evidencia y las recomendaciones para la investigación, publicado por la Academia Nacional de ciencias, ingenierías y medicina de Estados Unidos, sí concluye que “los cannabinoides probablemente tienen una función natural en la modulación del dolor, el control del movimiento y la memoria y que el papel natural de estos en el sistema inmunitario es probablemente multifacético y no está claro”.
Tatiana González, doctora en enfermería de la Universidad del Magdalena, relata varios casos de pacientes que trata con mezcla legal de cannabidol y tetrahidrocannabinol (ver glosario) para sus dolores, y asegura que “es de esperar que con las nuevas políticas estatales acerca del uso de cannabis medicinal y su normalización y las experiencias con pacientes que están tomando cannabinoides para sus dolores crónicos se puedan conducir estudios con la adecuada calidad y metodología científica”. Aunque pocos, los hallazgos aumentan y entre algunas de sus bondades se citan sus usos efectivos en tratamientos para la epilepsia, el glaucoma y el dolor crónico.
Las siguientes son cinco de las afecciones que ya empiezan a sumar estudios sugiriendo su efectividad