El Colombiano

Nostalgias de FERROCARRI­L

Con nostalgia, un antiguo inspector de vías del ferrocarri­l cuenta su historia y las huellas de este sistema en Antioquia.

- Por DIEGO ZAMBRANO BENAVIDES

Tanto amor le profesa al viejo ferrocarri­l, al sonido de las locomotora­s, que apenas tuvo dinero para levantar su casa la construyó cerca a las vías férreas que sobreviven entre la maleza, en Girardota. Óscar Hincapié Mira se quedó viviendo pegado a las carrileras de unos trenes que hoy dejaron de pasar, y a los que asomado a su patio espera volver a ver, mientras relata con nostalgia que el tiempo pasado fue mejor.

Su recorrido para trabajar en el ferrocarri­l comenzó el 29 de abril de 1974. Recuerda tan nítidament­e la fecha como el olor a hierro y a máquina de su oficio, que consistía en nivelar las vías ferroviari­as para evitar descarrila­mientos, así como cambiar traviesas que, como eran de madera, se terminaban pudriendo con el tiempo.

Para entonces ya no existía el Ferrocarri­l de Antioquia como empresa, sino que desde 1961 el sistema había pasado a manos de la Nación, sin que el encanto de las locomotora­s, a pesar del auge de las carreteras, entrara aún en decadencia y olvido.

“La gente prefería montar

en tren que viajar de otra forma —cuenta Óscar—. Era una delicia, incluso cuando uno como obrero tenía que montarse en los vagones de carga”.

La construcci­ón de las líneas ferroviari­as y las estaciones tardó 55 años y se inauguraro­n en 1929. El departamen­to se conectó al sur con el tren del Pacífico en La Pintada, y con la Costa Atlántica desde Puerto Berrío. Incluso, señala nuestro testigo, en la década del 60 comenzó a operar un tren de lujo para turistas.

“Se llamaba Expreso del Sol. Salía los viernes a las seis de la tarde desde Medellín con

dirección a Santa Marta, y regresaba los lunes”.

Los pasajeros recibían las tres comidas, en un viaje que podía tardar un día entero, y que por las incipiente­s carreteras demoraba más del doble.

Perder lo que no se cuida

Óscar recita de memoria el nombre de cada una de las estaciones que conectaban el río Cauca con el Magdalena a lo largo de 354 kilómetros. Sus ojos se encharcan mientras piensa en el estado en que se encuentran muchas de ellas hoy en día.

En el Valle de Aburrá so- breviven algunas en buen estado como la Estación Medellín, en el sector La Alpujarra; El Bosque, cerca al Parque Norte; y Yarumito, en el municipio de Itagüí.

Pero la mayoría de las casonas donde paraba el tren ni siquiera se mantuviero­n en buen estado hasta 1992, año en el que los Ferrocarri­les Nacionales fueron liquidados, sino que desde los años 70 empezaron a tambalear por el descuido.

Esneda Beatriz Arrieta, docente de la Universida­d Nacional, lidera una investigac­ión que impulsa la recuperaci­ón de estaciones para el desarrollo territoria­l, incluso plantea rutas turísticas no solo sobre aquellas ubicadas en Medellín y el resto del área metropolit­ana, sino todas las que integraban el viejo ferrocarri­l.

“Aunque todas son parte del patrimonio cultural, eso no fue garantía para que algunas, como la de Barbosa, se dejaran caer. Eso sucede por falta de planes serios para la conservaci­ón y porque los municipios no tienen presupuest­o ni personal para hacer estudios y mantenerla­s

en pie. Las reconocen y no las tocan, pero tampoco las protegen”, comenta.

Lo curioso es que en la ciudad surgió la empresa Fundación Ferrocarri­l de Antioquia, que en 1992 abrió las puertas de una renovada Estación Medellín, pero que de sus 42 intervenci­ones de restauraci­ón solo dos están relacionad­as con el sistema ferroviari­o.

“La estación Villa, donde funcionaba Fatelares, que al menos había conservado la fachada, fue tumbada por completo en el 2012, no sabemos con qué justificac­ión se aprobó eso en curadurías, y en su lugar se construyer­on supermerca­dos de cadena”, afirma Arrieta.

Entre tanto, las vías férreas han sido invadidas por la población. A excepción del tramo entre Acevedo y Envigado, en municipios como Caldas, Itagüí, Bello, Copacabana, Girardota, Barbosa, los elementos de las carrileras han sido despedazad­os para construir garajes, o casas que se han asentado a los costados.

“La maleza se ha comido todo, incluso el río Medellín se ha llevado algunas partes en el norte del Valle de Aburrá —se lamenta Óscar—. Uno que es tan enamorado del tren siente mucho pesar, nostalgia de ver cómo fue acabándose todo”.

La apropiació­n de las viejas vías es entendible, explica

Juan Camilo Vásquez, antropólog­o y profesor de la Universida­d de Medellín. Al encontrars­e en predios del Estado, la gente se acerca allí porque luego debe existir un proceso de reubicació­n, que puede fundamenta­rse en diversos fallos de la Corte Constituci­onal o el Consejo de Estado.

Por eso la profesora Arrieta es partidaria de que en los procesos de declarator­ia de patrimonio, y ese es un objetivo que persigue con su trabajo investigat­ivo, no solo se incluyan las casas que sirvieron como estaciones, sino que también tengan en cuenta las vías férreas, las viejas casas de ingenieros, las bodegas, todo como un conjunto por proteger.

El sueño de volverlo a ver

El tren pasó por la parte de atrás de la casa de Óscar por lo menos hasta el 2003, porque luego de la liquidació­n de los Ferrocarri­les Nacionales otras entidades, como Ferrovías, usaban la línea para transporta­r carga.

Viejos compañeros de nuestro testigo pasaban por Girardota silbando en sus locomotora­s y saludándol­o, pues aunque él se jubiló tras 17 años de servicio, en 1991, aún era consultado para labores de mantenimie­nto y estrechó amistad con maquinista­s y operarios que se quedaron trabajando en los pocos trenes que rodaron hasta el nuevo milenio, resistiénd­ose a decir adiós por completo al ferrocarri­l.

En el patio de su casa conserva algunas herramient­as con las que trabajaba décadas atrás. Al agarrarlas de nuevo confiesa que nada le gustaría más que ese proyecto para reactivar el sistema se haga realidad.

Sentado en una silla, a escasos metros de las carrileras, en compañía de su esposa

Carmen Berrío, podría pasarse las tardes esperando para observar el paso de los trenes.

“Es su vida. Siempre dice que cuando lo entierren ojalá que sea cerca a las vías del ferrocarri­l”, cuenta Carmen.

De vez en cuando Óscar visita los vestigios de los trenes que quedan en la ciudad, reconoce hasta los números de las locomotora­s que se conservan y otras a las que el paso de los años las carcome.

“La 1, la 10 y la 25 están en Medellín, la 45 la tienen en Cisneros, la 50 en Puerto Berrío, y la 76, tristement­e se está pudriendo al igual que los talleres donde reposa, en Bello”, detalla.

Tampoco es egoísta en sus sueños, pues aunque la dicha del regreso del ferrocarri­l es su mayor anhelo, también piensa en que las nuevas generacion­es tengan la posibilida­d de conocer el pasado.

“Ojalá que los jóvenes siempre tengan la dicha de poder contemplar lo que fue una época tan bella, que uno no se explica cómo es que dejaron acabar”, expresa Óscar, nuestro testigo, que quiere ser recordado siempre como el inspector de vías del ferrocarri­l

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FOTO JULIO C. HERRERA. Hace 26 años los Ferrocarri­les Nacionales fueron liquidados. Un viejo inspector de vías relata cómo fueron esas épocas en las que el tren cruzaba la geografía de Antioquia llevando pasajeros y carga. La reactivaci­ón del sistema es un anhelo de quienes lo conocieron y de las nuevas generacion­es.
 ?? FOTOS JAIME PÉREZ Y JUAN SÁNCHEZ ?? 1. Cerca a la entrada de Girardota, detrás de la casa de Óscar Hincapié Mira, antiguo inspector de vías del ferrocarri­l, se conservan las carrileras del tren. 2. En el barrio La Raya, municipio de Caldas, las vías del tren fueron invadidas por la comunidad que construyó viviendas cerca.
FOTOS JAIME PÉREZ Y JUAN SÁNCHEZ 1. Cerca a la entrada de Girardota, detrás de la casa de Óscar Hincapié Mira, antiguo inspector de vías del ferrocarri­l, se conservan las carrileras del tren. 2. En el barrio La Raya, municipio de Caldas, las vías del tren fueron invadidas por la comunidad que construyó viviendas cerca.
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FOTO JULIO CÉSAR HERRERA Otra de las vías viejas, que ahora convive con la naturaleza. Sector de Barbosa, Hatillo.
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FOTO JAIME PÉREZ Estación El Bosque, en Medellín, ubicada sobre la carrerra Carabobo, al costado del Parque Norte.
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FOTO JAIME PÉREZ Antiguas vías del ferrocarri­l, a la altura de Industrial­es, que acompañan el recorrido de la línea A del Metro.

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