El Colombiano

Él pinta de la ciudad anaranjada

Jorge Mesa lleva 40 años haci eh haciendo en do jardines en Medellín. Su obra oxigena laa ciudad.

- Por RONAL CASTAÑEDA

Los pimientos del Patio de los Pimientos seguro saben de los chillidos de algún violín tocado por un estudiante que apenas empieza. También les han hecho sombra a buenas lecturas o a otras hechas de afán antes de un examen. Porque ese lugar, justo al lado del Departamen­to de Música de la Universida­d Eafit, es un pequeño bosque de habitantes pasajeros, con espacio en el piso para plantas filodendro­s y malamadres, y en la altura para un urapán, casa de mirlas y bichofués.

En medio de esta espesura, sentado bajo la sombra fresca de uno de los palos,

Jorge Mesa mira su jardín. Lo describe como “un bosque umbrío de perfume lleno”.

Cuando lo diseñó, buscaba una armonía musical (“es un espacio que permite soñar y componer”) para que las personas interioriz­aran lo que sentían.

Estudió ingeniería forestal, aunque se dedicó al paisajismo y a la jardinería. Prefiere que le llamen jardinero más que paisajista. Lo que ve en la naturaleza lo aplica en su vida y lo que aprende de ella lo lleva a sus creaciones. Casi que su manera de actuar es como la de las plantas.

Esas lecciones

“Hay quien cruza el bosque y solo ve leña para el fuego”, decía el escritor ruso León

Tolstoi, entre otras cosas, queriendo señalar que hay diferencia­s entre ver y observar.

Para Jorge, las cosas importante­s muchas veces pasan desapercib­idas por las urgentes o inmediatas.

Por ejemplo, cuenta que muchos de sus clientes apenas perciben que existe un reino vegetal. “Es importante saber esto porque el paisaje aparece solo cuando hay observador. Por sorprenden­te que suene, hay gente que no ve el verde”.

Pronuncian­do lentamente, comenta que cada día la naturaleza le muestra una cara distinta. “El jardín es un ser vivo, nunca un proceso acabado. Cada día vemos que hay uno nuevo, por lo que debemos aprender algo que nos enseñan las plantas: paciencia”. Con el talante de un profesor, añade que también a ser más calmados y serenos. Transmiten tranquilid­ad.

“Si estás estresado es bueno caminar por el bosque o entrar al jardín. Solo limpiar una planta es ya una terapia que te libera de cargas y te nutre de energía”.

Por eso cree firmemente que la jardinería es como una catarsis o refugio. “A veces salgo a limpiar las plantas y digo que es mi mejor psicoanali­sta. No necesito diván”.

Sabiduría verde

En la película Being there (1979), un jardinero autista llega a ser consejero presidenci­al por su habilidad discursiva a partir de sus observacio­nes de la naturaleza. Decía: “En todo jardín hay una época de crecimient­o. Existe la primavera y el verano, también el otoño y el invierno, a los que suceden nuevamente la primavera y el verano. Mientras no se hayan seccionado las raíces, todo está bien y seguirá estando”.

Mr. Chance, el protagonis­ta, no era un gran administra­dor público; solo observaba las matas y analizaba su comportami­ento.

A partir de sus jardines, Mesa también ordena las cosas y modela sus elecciones: “No tengo un árbol que me

guste más. Hay unos que a la vista de otros serían insignific­antes, y otros que se verían majestuoso­s. Por eso no creo que uno sea más importante”, explica, sentado bajo la sombra del pimiento y rodeado de los aromas que viene del sotobosque, que él dispuso.

Romper la ciudad

No parece creer mucho de las políticas públicas de siembra masiva o “siembras políti-

cas”, como les llama: “Plantamos 1.000 guayacanes sin importar si este va a crecer en buenas condicione­s”.

Dice que para comprender la naturaleza se necesitan tres cosas cotidianas: conocimien­to, respeto y amor.

Como Mr. Chance, invita a las administra­ciones a que hablen con las plantas. “Es distinto hacer un andén, que se entrega y listo. El árbol es necesario que sobreviva para que cumpla una función”.

Y entonces se va, dejando atrás esos pimientos que sembró una vez en la universida­d y que se cultivan en casi todo el mundo, porque son resistente­s al calor y muy longevos

Todos los árboles tienen un sitio especial, pero nunca se entiende la especie sola, siempre en el contexto”.

Las plantas enseñan muchas cosas. A ser más calmado, sereno, a tener paciencia. Además transmiten tranquilid­ad y te nutren de energía”.

Me parece imprescind­ible el contacto con el jardín. En las casas de nuestra cultura se encuentran plantas amadas y hermosas”.

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