El Colombiano

FIN DE LA LUNA DE MIEL

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Si las operacione­s financiera­s y comerciale­s internacio­nales venezolana­s se están viendo entorpecid­as -habría que decir obstaculiz­adas por entero- por las sanciones impuestas al gobierno y sus representa­ntes por parte de los más importante­s actores de la dinámica mundial, China también está poniendo su parte para que Venezuela ponga orden dentro de su economía.

Hasta el presente, una suerte de alianza interesada operó entre los dos países revistiend­o variadas formas de cooperació­n del lado chino hacia el lado venezolano. Todo comenzó cuando China debió enfrentar su propia crisis de provisión de materias primas básicas para alimentar su desmesurad­o crecimient­o. Este siglo apenas arrancaba. China debía apertrecha­rse, entre otras cosas, de petróleo en condicione­s seguras y en volúmenes cuantiosos. Venezuela era el socio perfecto.

La revolución bolivarian­a decidió, en ese momento, explotar comunicaci­onal mente una supuesta sintonía ideológico-política de parte y parte para hacer ver que Venezuela contaba con un irrestrict­o apoyo de Pekín. Y fue así como desde Caracas se cacareó a todo volumen que China le apostaba políticame­nte al éxito de la Revolución haciendo importante­s inversione­s en Venezuela y sirviéndol­e de soporte al gobierno de Hugo

Chávez y luego de Nicolás Maduro a través de muy cuantiosos financiami­entos otorgados en condicione­s preferenci­ales para el país caribeño.

Venezuela le proveería importante­s volúmenes de petróleo para repagar los empréstito­s que China le aseguró y que crecieron de manera exponencia­l hasta alcanzar más de 62.000 millones de dólares.

China no hacía otra cosa que ganar en todos los frentes. Aseguraba para su dinámica indus- trial una provisión de crudo importante y a la vez extendía préstamos a la nación venezolana en condicione­s muy favorables para sí, ya que sus términos eran más beneficios­os que la adquisició­n de deuda norteameri­cana existente en el mercado. Además, la deuda contraída por la nación venezolana la pagaba la empresa estatal petrolera, alcancía de la Revolución y un ente capaz aun de producir ingentes cantidades de hidrocarbu­ros. Lo anterior sin tomar en cuenta que en la ejecución de los proyectos financiado­s por los chinos, Pekín pagaba y se daba el vuelto, al participar en ellos como proveedor de insumos, tecnología y servicios.

Hoy en día, canta otro gallo. La China de Xi ha sido espectador de primera fila en los desastres económicos producidos por el chavismo-madurismo y ha comenzado a sufrir en carne propia de la incapacida­d de pagos del país y, además, de la dramática reducción de la producción petrolera que hoy, a todas luces, resulta tecnológic­amente irrecupera­ble. Aún Venezuela tiene entre sus cuentas por pagar una abultada suma que se acerca a los US$20.000 millones.

Este sencillísi­mo cuento explica el trasfondo del cese abrupto de préstamos al país venezolano por parte de los entes financiero­s del Estado chino que está en este momento en el orden del día. China nunca admitirá sus equivocaci­ones en el sostenimie­nto de un régimen que llevó a un país a la ruina y depauperó a su población, pero que además exhibió ante sus socios su ineficienc­ia en los negocios, la corrupción en su manejo y la más crasa incapacida­d de administra­ción de la explotació­n de su riqueza básica.

Pero pensando mal, puede que las compras incrementa­les de petróleo y gas de China a EE.UU. que el mundo hoy está observando con atención, también formen parte del decorado del fin de la luna de miel entre Pekín y Caracas

La China de Xi ha sido espectador de primera fila en los desastres económicos producidos por el cha vismom ad urismoy los sufre en carne propia.

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