El Colombiano

SI NO HAY BILLETE, NO HAY CONSERVACI­ÓN

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ ramirove@elcolombia­no.com.co

Llenar el papel y estampar la firma es el primer y necesario paso, pero no basta.

Si no hay más dinero para el sector medioambie­ntal, las áreas protegidas seguirán bajo la presión humana y en peligro el patrimonio natural que se quiere salvaguard­ar.

En este mes tan ambiental, con la celebració­n del día del medio ambiente y hoy el de los océanos, se anuncian más áreas protegidas en los planos nacional y departamen­tal.

En Antioquia más del 10 % del territorio está bajo alguna figura. Esta semana se declaró el Distrito Regional de Manejo Integrado del alto de Ventanas, 23.500 hectáreas con una rica variedad de flora y fauna.

Está más o menos bien conservada porque fue (aún hay situacione­s preocupant­es) zona de conflicto armado.

Para celebrar el día, el ministro del Medio Ambiente,

Luis Gilberto Murillo, anunció la próxima designació­n del complejo de humedales del río Bita (Vichada) como humedal Ramsar para llegar a 11 protegidos en esta categoría.

Hace cuatro meses se había designado Ramsar la ciénaga de Ayapel, muy biodiversa pero venida a menos por la sobrexplot­ación y la contaminac­ión, una de las más altas en sistemas de su tipo.

Antes de terminar este gobierno se espera ampliar Chiribique­te con 1,5 millones de más hectáreas, para llegar a 4,2 millones.

En mayo, un estudio en la revista Science reveló que 90 % de las áreas protegidas del mundo tienen intervenci­ón humana y 1/3 de ellas está muy degradado.

Nos decía Pablo Negret, científico colombiano ahora en Australia, quien participó en ese estudio, que en el país las áreas de la región andina son las más intervenid­as.

Para que una área cumpla su función debe estar bien manejada y... financiada.

Es lo que falta. El humedal Barbacoas en Yondó fue declarado por Corantoqui­a como área protegida a mediados del 17. A finales de ese año, nos decía un científico de una universida­d local que la degradació­n galopaba allí. La Ciénaga Grande es el ejemplo más claro de que sin recursos (voluntad también en este caso) poco se puede proteger.

Si junto con la declarator­ia no viene el dinero, es decir si no hay compromiso serio, no estarán en realidad protegidas esos 30 millones de hectáreas declaradas. Basta ver la tala descontrol­ada hoy en varios Parques Nacionales.

Del papel al hecho hay mucho trecho.

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Si con una declarator­ia no viene el dinero, no será real la protección de nuestra naturaleza.

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