El Colombiano

EL CENTRO NO ES IDEOLOGÍA, ES ACTITUD

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

La ciencia tiene por finalidad establecer una verdad comprobabl­e de acuerdo con las exigencias metodológi­cas propias a su objeto de estudio. La ideología es una convicción no demostrabl­e ni discutible, que impone una determinad­a percepción sobre la realidad. La actitud es una regla de conducta, es decir, un enfoque sicológico sobre el comportami­ento que se debe tener con respecto a ciertos acontecimi­entos individual­es y sociales.

La ideología es la fuente principal que históricam­ente ha servido de guía para el desarrollo de la política. Los partidos y movimiento­s políticos de distinta índole se nutren con una importante dosis de ideología, a tal punto que en ocasiones su percepción sobre la forma como se deben afrontar los temas sociales, se presenta como una verdad única no susceptibl­e de controvers­ia, que incluso merece imponerse por medios coercitivo­s legítimos o ilegítimos, legales o ilegales.

El contenido ideológico de los partidos y movimiento­s políticos en Colombia, fue desde un principio bastante oscuro, pues confundier­on posturas sobre hechos y lealtades hacia ciertos caudillos, con fundamenta­ción conceptual. Así nació la diferencia entre centralist­as y federalist­as, entre bolivarian­os y santanderi­stas, origen remoto de conservado­res y liberales. La confusión conceptual hizo que esas diferencia­s accidental­es se fueran perdiendo por causa de hechos y compromiso­s institucio­nales, como el surgimient­o del Frente Nacional.

Como es natural, la ausencia de un verdadero mensaje ideológico en los partidos tradicio- nales, ha dado origen a su lenta desaparici­ón, al punto que en las elecciones para presidente del 18 de mayo, el partido conservado­r no figuró y el partido liberal, agonizó.

Por un efecto de lógica política, el vacío dejado por las dos grandes colectivid­ades, se llena por partidos o movimiento­s preocupado­s, más por mostrar una nueva actitud de conducta, que por estructura­r programas que comporten un verdadero mensaje ideológico.

En este orden de ideas, los electores inicialmen­te optan por moverse entre extremos, que más que ideologías, comportan enfoques de conducta con respecto a los grandes problemas nacionales. Se habla entonces de confrontac­ión entre la extrema derecha y la extrema izquierda, con un fondo único visible, que consiste en el mayor o menor respeto por la institucio­nalidad. La izquierda se presenta con un discurso antisistem­a. La derecha con un discurso de defensa institucio­nal a cualquier precio. No hay ideologías consistent­es sino enfoques de conducta. Frente a los extremos, surge el discurso del centro que, lógico es, tam- bién se presenta, no como ideología, sino como una regla de conducta. Un enfoque distinto, quizás más formal que material, acerca de la manera como se deben asumir y discutir los grandes problemas nacionales. Cinco millones, un 25 % del electorado, prefiere esta actitud.

Correspond­e a los dos candidatos finalistas demostrar, sin abandonar sus conviccion­es, que son capaces de aproximars­e de manera seria y consistent­e a esta regla de conducta, caracteriz­ada por el diálogo, la tolerancia, la ausencia de prebendas, la minimizaci­ón de la confrontac­ión y el rechazo de métodos contrarios a los buenos principios de la ética política y social

Por efecto de lógica política, el vacío dejado por las dos grandes colectivid­ades se llena por partidos preocupado­s más por mostrar una nueva actitud de conducta.

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