EL CENTRO NO ES IDEOLOGÍA, ES ACTITUD
La ciencia tiene por finalidad establecer una verdad comprobable de acuerdo con las exigencias metodológicas propias a su objeto de estudio. La ideología es una convicción no demostrable ni discutible, que impone una determinada percepción sobre la realidad. La actitud es una regla de conducta, es decir, un enfoque sicológico sobre el comportamiento que se debe tener con respecto a ciertos acontecimientos individuales y sociales.
La ideología es la fuente principal que históricamente ha servido de guía para el desarrollo de la política. Los partidos y movimientos políticos de distinta índole se nutren con una importante dosis de ideología, a tal punto que en ocasiones su percepción sobre la forma como se deben afrontar los temas sociales, se presenta como una verdad única no susceptible de controversia, que incluso merece imponerse por medios coercitivos legítimos o ilegítimos, legales o ilegales.
El contenido ideológico de los partidos y movimientos políticos en Colombia, fue desde un principio bastante oscuro, pues confundieron posturas sobre hechos y lealtades hacia ciertos caudillos, con fundamentación conceptual. Así nació la diferencia entre centralistas y federalistas, entre bolivarianos y santanderistas, origen remoto de conservadores y liberales. La confusión conceptual hizo que esas diferencias accidentales se fueran perdiendo por causa de hechos y compromisos institucionales, como el surgimiento del Frente Nacional.
Como es natural, la ausencia de un verdadero mensaje ideológico en los partidos tradicio- nales, ha dado origen a su lenta desaparición, al punto que en las elecciones para presidente del 18 de mayo, el partido conservador no figuró y el partido liberal, agonizó.
Por un efecto de lógica política, el vacío dejado por las dos grandes colectividades, se llena por partidos o movimientos preocupados, más por mostrar una nueva actitud de conducta, que por estructurar programas que comporten un verdadero mensaje ideológico.
En este orden de ideas, los electores inicialmente optan por moverse entre extremos, que más que ideologías, comportan enfoques de conducta con respecto a los grandes problemas nacionales. Se habla entonces de confrontación entre la extrema derecha y la extrema izquierda, con un fondo único visible, que consiste en el mayor o menor respeto por la institucionalidad. La izquierda se presenta con un discurso antisistema. La derecha con un discurso de defensa institucional a cualquier precio. No hay ideologías consistentes sino enfoques de conducta. Frente a los extremos, surge el discurso del centro que, lógico es, tam- bién se presenta, no como ideología, sino como una regla de conducta. Un enfoque distinto, quizás más formal que material, acerca de la manera como se deben asumir y discutir los grandes problemas nacionales. Cinco millones, un 25 % del electorado, prefiere esta actitud.
Corresponde a los dos candidatos finalistas demostrar, sin abandonar sus convicciones, que son capaces de aproximarse de manera seria y consistente a esta regla de conducta, caracterizada por el diálogo, la tolerancia, la ausencia de prebendas, la minimización de la confrontación y el rechazo de métodos contrarios a los buenos principios de la ética política y social
Por efecto de lógica política, el vacío dejado por las dos grandes colectividades se llena por partidos preocupados más por mostrar una nueva actitud de conducta.