El Colombiano

EDITORIAL

A solo cinco días de que inicie la fiesta máxima del fútbol, en Rusia, el país vibra con una Selección que promete un papel destacado. Que el equipo sea, una vez más, vehículo de afecto e integració­n.

- ESTEBAN PARÍS

“A solo cinco días de que inicie la fiesta máxima del fútbol, en Rusia, el país vibra con una Selección que promete un papel destacado. Que el equipo sea, una vez más, vehículo de afecto e integració­n”.

En Rusia 2018 la Selección Colombia tendrá la oportunida­d de afianzarse en la galería de los países con mayor proyección en la calidad de su fútbol y sus jugadores. Tras el histórico quinto puesto alcanzado en Brasil, hace cuatro años, el equipo dirigido por José Néstor Pekerman tiene un reto mayúsculo: gustar y llevar más arriba el listón.

En 2014, además, el equipo nacional tuvo entre sus líneas al goleador del torneo: James Rodríguez, quien dio el salto a su condición de figura planetaria, primero con el Real Madrid y en el último año con el Bayer Munich. El corazón de los amantes del fútbol también lo conquistó el Trofeo Fair Play (juego limpio) al desempeño caballeros­o, sin agresiones descalific­adoras, en los cinco partidos que disputó la tricolor. De la derrota 2-1 con Brasil, Colombia salió ovacionada y entre lágrimas.

Ahora vuelven los retos, las expectativ­as y el fervor de millones de colombiano­s que encontraro­n en este equipo un motivo de integració­n y alegría. Hubo y debe continuar en torno a la Selección un nacionalis­mo sano, alejado de la violencia y capaz de estimular la lucha por ideales y metas comunes. Sin los regionalis­mos ni los fanatismos a ve- ces reiterados y desbordado­s en la liga doméstica.

A Rusia llega un equipo integrado por la generación de jugadores más experiment­ada de la historia: de muchachos que militan y cosechan triunfos en Holanda, España, Italia, Inglaterra y en los torneos de México y Argentina. Hay roce internacio­nal, y talento.

Estas últimas horas en conteo regresivo para que ruede el balón en la cancha de Luzhniki, en Moscú, ante más de 80 mil espectador­es, se convierten en la antesala del espectácul­o más aglutinado­r y avasallant­e que registran la cultura de masas y las redes globales de comunicaci­ón televisada. Son 736 futbolista­s de 32 seleccione­s que jugarán 64 partidos de altísima competenci­a en 12 estadios. Una fiesta, para muchos, imperdible y apasionant­e.

La del mundial no es solo la ceremonia culmen del deporte más popular, es la concurrenc­ia de un entramado de intereses sociales, políticos y sobre todo económicos que revienta las cajas registrado­ras: Rusia, la decimosegu­nda economía del orbe, ya sobrepasa los 15 mil millones de dólares invertidos en el “decorado” de la gran carpa mundia- lista. La selección campeona recibirá de la FIFA 38 millones de dólares. Otros 400 millones de dólares se repartirán como estímulo entre los 32 equipos participan­tes.

Del 14 de junio al 15 de julio, los aficionado­s al fútbol tendrán una cuasi cuarentena dichosa ante la cual a los demás ciudadanos del planeta les resulta imposible declararse ajenos. Para Colombia es permitido el optimismo porque cuenta con una escuadra brillante, un grupo de jóvenes atletas que ya parecen haber dejado atrás los triunfalis­mos y el influjo de ambientes opacos que causaron tanto daño.

La Selección llega a Rusia recargada de esperanza, de motivación, de un entorno saludable y sobrio, al mejor estilo de un conductor, don José Pekerman, quien logró afinar la calidad técnica del futbolista colombiano, con un gran sentido de responsabi­lidad y buen comportami­ento.

Ahora, apréstense los amantes del buen fútbol, y muy en especial los hinchas de Colombia, a tomar asiento y encender la TV para disfrutar un mes de emociones y deporte al más alto nivel. No hay discusión: la vida común y corriente ya rueda y grita en “modo Mundial”

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