NEUTRALIDAD Y VOTO EN BLANCO
En una sociedad democrática nadie debería incomodarse ni escandalizarse porque en una segunda vuelta presidencial la opción del voto en blanco esté siendo seriamente considerada por muchos. De pronto es que no sabemos a cabalidad qué es un voto en blanco, que se podría relacionar con la neutralidad. Y que es algo muy diferente del abstencionismo.
Como la palabra neutralidad viene de un adjetivo latino, “neuter”, que significa ni el uno ni el otro, ninguna de dos opciones, me fui para donde el padre Nicanor Ochoa, mi tío, que es el que sabe de latines y se pone feliz cuando le hago consultas sobre el idioma de Cicerón. Tal vez por simple nostalgia, cualquier mínima pregunta mía le sirve de pretexto para perderse horas enteras en el diccionario latino de Raimundo
de Miguel, que guarda como una reliquia, todo viejo y descuadernado (el libro y el cura).
-¿Usted qué piensa, padre Nicanor, del voto en blanco, de la neutralidad política?
-Aunque me huele mal cuando tú le metes política a las cosas, te voy a contestar, para que no creas que me da miedo tocar el tema. Empecemos diciendo que neutralidad no es sinónimo de voto en blanco. O dicho de otro modo, que quien vota en blanco no es neutral, indiferente, sino que no acepta ninguna de dos posibilidades. No rechaza solo una, sino por igual las dos opciones que triunfaron en la primera vuelta. Políticamente es un rechazo doble, más valioso si se tiene en cuenta que ambas lle- gan avaladas por las dos fuerzas mayoritarias triunfadoras. Y que se sabe que una va a triunfar a la postre.
-No lo había pensado, tío. El que vota en blanco remacha su oposición a las dos corrientes más fuertes. No es claudicación, es valentía.
-Dices bien, muchacho. El que es capaz decir no a esto y a lo otro, al uno y al otro, está capacitado para mirar a otro lado, para salirse del rebaño. Ya es suficiente triunfo. Que política no es solo ganar, triunfar en unas elecciones, sino pensar libremente. Yo digo que votar es ejercer el derecho de pensar.
-Y el derecho de perder. Usted me perdona, tío, de que se lo ponga en estos términos.
-¿Por qué no, sobrino impertinente? Sin una conciencia de la derrota no hay caminos hacia la victoria. Se lo decían a uno los viejos: para saber ganar hay que saber perder. Que suena como aquella frase de que perder es ganar un poco, que se hizo célebre en nuestras derrotas mundialistas futboleras. ¿No te parece?
- Que sea, tío. Y que el Mundial, que ya está encima, nos exorcice los fantasmas de la política
Neutralidad no es sinónimo de voto en blanco. Dicho de otro modo, que quien vota en blanco no es neutral, indiferente.