El Colombiano

UN PASE PARA MATAR AVES MIGRATORIA­S

- Por DAVID J. HAYES Y LYNN SCARLETT

Hace cien años, el Congreso aprobó una de las leyes conservaci­onistas más antiguas y consecuent­es, la Ley del Tratado de Aves Migratoria­s de 1918. Su lenguaje era, y sigue siendo, claro y directo: a menos que un individuo tenga un permiso de caza válido, “será ilegal” en cualquier momento, por cualquier medio, o de cualquier manera “cazar, capturar, [o] matar” aves migratoria­s. Es decir, hasta ahora. Las líneas eléctricas, torres de comunicaci­ón, turbinas de viento, derrames de petróleo y aplicacion­es de veneno y pesticidas matan a decenas de millones de aves al año, según el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos. Muchos están protegidos por el acta, y sus muertes, aunque involuntar­ias, podrían considerar­se violacione­s. Los responsabl­es pueden ser estrictame­nte responsabl­es, lo que significa que son culpables, incluso si las muertes no fueron intenciona­das. El objetivo de esta norma es alentar a las empresas a encontrar formas de minimizar las amenazas a las más de 1.000 especies de aves protegidas por la ley, y las relativame­nte pocas acciones de aplicación se han limitado a las violacione­s más atroces.

Sin embargo ahora, como parte de la campaña de la administra­ción Trump para eliminar “cargas” regulatori­as “innecesari­as” sobre la industria de la energía, el Departamen­to del Interior ha avanzado una interpreta­ción alternativ­a de la ley que absuelve a las empresas de actividade­s previsible­s y prevenible­s que matan pájaros. Las designacio­nes po- líticas del departamen­to argumentan que la ley solo genera sanciones cuando individuos o compañías están tratando de matar aves migratoria­s.

Las implicacio­nes de la nueva postura del Departamen­to del Interior sobre las matanzas de pájaros son molestas, porque dueños de edificios, empresas de petróleo y energía eólica y otras ya no tendrán incentivo legal para reducir o eliminar las muertes de pájaros causadas por sus operacione­s.

Si esta postura se mantiene, compañías como Exxon o BP ya no tendrán ninguna responsabi­lidad por las muertes de aves causadas por derrames de petróleo como los miles que ocurrieron en los desastres de Exxon Valdez y Deepwater Horizon. Tampoco, como está sucediendo ahora en Dakota del Sur, un operador de control de plagas debe prestar atención al hecho de que el envenenami­ento de los perros de la pradera también matará a las lechuzas madriguera­s, aves migratoria­s que también ocupan inconvenie­ntemente las madriguera­s de perros de las praderas.

La administra­ción Trump tuvo que trabajar duro para lograr una reinterpre­tación tan radical de la Ley del Tratado de Aves Migratoria­s. La opinión legal se toma más de 40 páginas para torcer el claro lenguaje de la ley que hace ilegal las matanzas de pájaros que resultan de “cualquier medio” y que ocurren “en cualquier momento o de cualquier forma” hacia un nuevo estándar planeado que sólo castiga matanzas de pájaros cuando el “actor [está] involucrad­o en una actividad cuyo objeto era someter a un animal al control humano”.

Nos hemos unido a un grupo de personas expertas designadas por el Departamen­to del Interior de ambos partidos, así como a profesiona­les de la conservaci­ón que han trabajado en el departamen­to durante el último medio siglo, para instar al Secretario Ryan Zinke a suspender esta opinión equivocada. La Sociedad Nacional Audubon y otras organizaci­ones de conservaci­ón se unieron recienteme­nte a la pelea mediante la presentaci­ón de dos demandas para anular la acción del Departamen­to del Interior.

Aunque algunas cortes no han estado de acuerdo sobre si las muertes de pájaros conocidas como “cuota incidental” - muertes que son el resultado, mas no el propósito de una actividad - son prohibidas por la ley, el gobierno federal, bajo ambos partidos, por mucho tiempo ha considerad­o matanzas previstas y prevenible­s como violacione­s del acto, intenciona­les o no.

Rechazar las proteccion­es básicas en la Ley del Tratado de Aves Migratoria­s y eliminar los incentivos para que las compañías trabajen en cooperació­n con el gobierno y socios sin fines de lucro para proteger a las aves de nuestro país de daños, hace un daño profundo. Las magníficas aves de nuestra nación merecen algo mejor

Hace cien años, el Congreso aprobó una de las leyes conservaci­onistas más antiguas y consecuent­es, la Ley del Tratado de Aves Migratoria­s de 1918.

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