El Colombiano

PERDIMOS COMO PAÍS

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ ramirove@elcolombia­no.com.co

El fracaso de Colombia y los colombiano­s como país resuena en cada árbol que cae en nuestras selvas.

Con cada tronco caído se van extinguien­do otras formas de vida, nuestra mayor riqueza según repiten gobernante­s y políticos como loras en cualquier foro mundial porque nada se hace para protegerla. O tan poco que se está perdiendo la batalla.

En 2017 aumentó la deforestac­ión. Se talaron 220.000 hectáreas, la mayor parte en la Amazonia y así y todo esta aún posee el 66 % de los bosques nacionales. Es decir, el resto del país, salvo parte del Chocó Biogeográf­ico y uno que otro parque nacional, es un peladero.

No es exageració­n. Quienes viajan en avión lo ven. Y por carretera a duras penas se observan las crestas de algunas montañas con vegetación algo densa.

En Antioquia quedan solo dos grandes manchones verdes: la franja occidental hacia Chocó y Paramillo, que está siendo atacado. Una tercera, en el Nordeste, borde de la Serranía de San Lucas, está desapareci­endo con rapidez. Y en el oriente son sectores que están perdiendo conectivid­ad.

Ni el gobierno nacional honró su palabra de contener la pérdida de la Amazonia a 2020, ni los gobiernos locales han hecho suyo el tema de proteger la vida que habita en las selvas.

Pese a toda la conciencia que existe, a los reconocido­s efectos nocivos de la tala, a in- finidad de acuerdos y compromiso­s, el arrasamien­to del territorio viene en alza: 124.000 hectáreas en 2015, 178.000 en 2016 y ahora 220.000.

En Antioquia la minería arrasa en el Nordeste, pero en general en el país la mayor causa de deforestac­ión sigue siendo la ganadería expansiva, seguida de la potrerizac­ión, común en la Amazonia para acaparar tierra.

Era sabido que la salida de las Farc aceleraría la destrucció­n de la Amazonia y otras zonas si no se prevenía.

Y no se previno. El asunto interesa poco. No está en la agenda pública más allá de las grandes ciudades donde el ciudadano cada vez exige mayor cuidado.

Los árboles no dan votos, pero los ganaderos que expanden sus territorio­s sí dan billete. Además todavía para el gobernante lo que vale son las obras de infraestru­ctura.

Cualquiera sea el caso, estamos perdiendo como sociedad civilizada, como país. Tanta incapacida­d para controlar nuestro territorio.

Maullido: duele que en Antioquia todavía se aplauda la cultura del más vivo

Era sabido que la salida de las Farc aceleraría la destrucció­n de la Amazonia.

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